• 17/03/2024 00:00

Abundancia para Panamá

Yo creo que a Panamá le espera un mejor futuro, pero no a través de estos candidatos. Solo nos llegará la abundancia verdadera cuando podamos votar por seres auténticos, no por sus sombras

Es increíble el nivel de disociación social que manejan los panameños. La gente ha dejado de creer en la política, pero aun así, siguen este simulacro democrático que, en realidad da pena ajena. Da pena ajena porque el pueblo ya no cree en los políticos, sin embargo, ellos salen (arrastrados por la avaricia y ansias de poder, propias o ajenas) a realizar un espectáculo patético. Una especie de circo de marionetas macabras; de aquellas que años antes dieron risa, pero que ahora dan terror. ¿Y así piensan que uno les va a creer? Esto da pena doble. Pena por ellos y el ridículo gigantesco que están haciendo frente a todo el país; y pena por el pueblo que votará por ellos, obligado a realizar su mejor movida en un tablero del cual se sabe de facto perdedor. Un pueblo que votará por sus propios verdugos, inquisidores que lo aporrearán durante el próximo quinquenio.

Los hay autoproclamándose “nuevos” con soluciones mágicas, poco estructuradas lógica y científicamente. Algunos de ellos diciéndose jóvenes, amateurs, e innovadores. Como si eso fuera garantía de solvencia moral o genialidad, más que de inexperiencia e imprudencia. Si ellos supieran lo mucho que recuerdan a los viejos de ahora cuando recién empezaban con sus mentiras electoreras, dejarían de venderse como “la gran innovación”. Vienen vociferando que descubrieron el agua tibia, y encima nos exigen aplaudirles por ello. Los otros candidatos, corridos, e inclusive, algunos de ellos corridos flat, dicen que “ahora sí harán lo que no hicieron antes”. ¿Y quién les cree? ¿Qué clase de persona deja que lo engañen, y lo vuelva a engañar la misma persona que lo engañó durante cinco años? Algunos, hasta se hacen llamar independientes, pero, ¿independientes de qué, o de quién? La principal independencia que deben exponer estos candidatos es la de “sus sombras”. Recordemos que la sombra surge cuando no hay transparencia, y todo candidato no transparente tiene una. En un país como el nuestro, en donde el poder suele ostentarse detrás del poder, hay que conocer y deshacer todas esas sombras. ¿Acaso serán sus propios partidos, sindicatos, aliados, familiares o donantes? De lo contrario, usted no quedaría votando por el candidato sino por su sombra.

Casi todos estos candidatos apuestan a la falta de memoria del panameño, por eso cuando llegan al poder promueven más la venta de alcohol que la de leche. Es decir, por el daño que hace la ingesta excesiva de bebidas etílicas a la memoria del ciudadano. Luego vienen con esa borrachera electoral disfrazada de democracia, a tratar de embriagar al pueblo con sus promesas, hablando de un progreso figurativo y netamente especulativo. Porque en este país solo progresan unos pocos, que hacen resorts, centros comerciales y edificios bonitos para lucro y beneficio personal primordialmente. Mientras que el real beneficio de la mayoría sigue en quiebra. Salud pública en quiebra, educación popular rota, seguridad desbaratada, salarios de hambre. ¿De ese progreso hablan nuestros candidatos? Del progreso excluyente, que el panameño común ha tenido que comprar de migaja en migaja, como excusa cínica, elección tras elección. Porque el maltrato social y público nos lo dan a diario en nombre de ese “progreso”. ¿O será que en realidad el principal espectáculo de este circo somos nosotros, el pueblo? El león enjaulado, domesticado, que recibe latigazos de sus domadores, de sus amos de siempre. Un espectáculo terrible, al cual se paga para poder entrar, aun siendo uno mismo “la atracción principal”.

Yo creo que a Panamá le espera un mejor futuro, pero no a través de estos candidatos. Solo nos llegará la abundancia verdadera cuando podamos votar por seres auténticos, no por sus sombras. Seres que emergerán de la solidaridad social, no así por defecto, a raíz del reiterado abuso y el egoísmo estratificado de generación en generación. Debemos madurar socialmente, entendiendo que todos vivimos en este mismo pedazo de tierra, sin dueño, bendecido desde su génesis por el Creador (no por los norteamericanos, dicho sea de paso) En el que existe, y seguirá existiendo, abundancia para todos sus ciudadanos.

El autor es ingeniero en sistemas
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