• 04/08/2014 02:00

El contexto histórico actual

Hay un sector de la población que está apostando al olvido. Los que politiquean, están sumergidos en el juego de la politiquería. Son lo...

Hay un sector de la población que está apostando al olvido. Los que politiquean, están sumergidos en el juego de la politiquería. Son los que obtienen mayor atención en las discusiones diarias en los medios de comunicación que, con su onda de influencia, extienden el matraqueo político nacional, como si fuera lo único que sucede todos los días. Desde muy temprano en las mañanas hasta muy tarde en las noches, todo gira alrededor de bochinches politiqueros, partidos y denuncias que quedarán en nada.

Hay otro sector que solo habla de dinero. La perorata diaria sobre las ‘bondades’ y sobre el crecimiento económico. Hablan sobre obras monumentales. De inversiones, calificadoras y grados de inversión. De créditos extraordinarios, de millones y millones de dólares. Construyen obras lujosas y placenteras de exquisita calidad para sus actividades y comodidades privadas. Miren a mano derecha, cuando van por el Corredor Sur en dirección al aeropuerto.

El olvido es importante para que solo nos enfoquemos en la alharaca diaria. Los que quieren que estemos al tanto de las sandeces que muchos escriben en el Twitter, la mayoría diseñados para desinformarnos, para cambiar el enfoque... el rumbo de la mirada.

Los que hablan de dinero, inversiones, calificadoras, etc., piensan en las ganancias personales o de grupo. Los que politiquean: en las migajas que el acceso a cierto nivel de poder politiquero les garantiza. Los de dinero ven rascacielos, carreteras para ir a sus casas de campo o para mover sus bienes y el comercio en la cual tienen intereses particulares. Los que politiquean ven la coima y el salpique por firmar un permiso determinado para llevar adelante aquellas obras de interés de los primeros: no importa si amenaza la vida de otros. (Ahora, miren a la izquierda y verán las comunidades que se inundan como consecuencia de lo que ocurre a mano derecha).

Las premisas que históricamente nos han guiado como Nación y como sociedad, han variado profunda y sustancialmente. No existe un criterio unificado de hacia dónde queremos llevar este país; y en ese sentido, el contexto social en la cual operamos también ha cambiado significativamente, dando como resultado la falta de una visión compartida; falta que nos ha permitido observar y vivir la más maliciosa y perversas conducta de avaricia y provecho.

Hay un tercer sector de la población que creemos que el desarrollo futuro de la Nación se sustenta sobre su historia. Sobre el camino recorrido que ha garantizado que este país haya llegado a este momento. Sabemos (no creemos) que las luchas generacionales de los últimos 100 años por la recuperación de la Zona del Canal han sido el factor más determinante. Ni más ni menos. Si eso no se da, no estaríamos aquí. Creemos que la calidad de la condición humana es el factor más importante para un desarrollo integral como Nación.

Las evidentes muestras de deterioro social (estructural y psicológico) han incursionado en la psique del panameño a todos los niveles, permitiendo la pérdida de su capacidad de razonamiento crítico sobre las amenazas a su certidumbre social. La claridad cognitiva que demostraba décadas atrás en las luchas por la recuperación de la soberanía nacional ha sido canjeada por una representación irreal de hombre y mujer ‘modernos’ y ese acondicionamiento psíquico ha sido producto de la influencia de los medios (todo el día como ya señalé) y de su visión artificial sobre las circunstancias de él o ella como individuos. Peter Senge lo define como ‘poca conciencia’ sobre la realidad actual. Yo agregaría también: poca conciencia sobre el pasado.

La presente conducta social, que presenciamos a diario (descalificadora y destructiva, por cierto), ya ha infectado, como un cáncer agresivo, el tejido social de la Nación. Y lo más peligroso es que hay muestras evidentes de que la generación que crece bajo nuestra tutela ha sido infectada de igual manera.

Del tercer grupo de panameños, los que nos preocupa el legado histórico y su valor para el desarrollo futuro de la Nación, nos alejamos de los dimes y diretes cotidianos que disimulan las intenciones reales de convertir este país en una franja de tierra sin historia y sin memoria. Las actividades politiqueras juegan y apuestan al olvido: ese es el interés verdadero. En ese contexto llegamos a cien años de operación del Canal.

COMUNICADOR

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