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- 22/10/2020 00:00
Ataques a templos de Chile y DDHH
Al finalizar la tarde del pasado18 de octubre, mientras los católicos del continente americano aún conmemorábamos el “Domund” (Domingo Mundial por las Misiones), hemos sido impactados por la escandalosa noticia emitida por distintos medios de comunicación sobre los ataques que han sufrido las iglesias de San Francisco de Borja (usada por la policía regularmente) y la de La Asunción en Santiago de Chile provocada por disturbios incontrolados por las autoridades.
Desde tierras panameñas, podemos comprender el legítimo derecho que tienen los chilenos para celebrar un plebiscito el próximo domingo, con el propósito de aprobar una nueva Constitución que busque fomentar un nuevo proyecto de país. Pero quiero manifestar, empleando el derecho de opinar y de expresar mi pensamiento desde este texto, a los que han participado en estos actos vandálicos y a los que han aplaudido estos hechos desde las redes sociales y en las comodidades de sus hogares desde otros puntos del planeta, que un nuevo proyecto de Estado no se construye vulnerando los derechos humanos de los otros.
No hay ninguna justificación para violentar, por sus propios medios y con el ánimo de tomarse la justicia por las manos, los sitios de cultos de las distintas creencias religiosas que a su vez son protegidos por el derecho a la libertad religiosa como un derecho fundamental que goza el ser humano.
Recordemos que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 18, no solo recuerda la libertad de creer o de cambiar de religión, sino que también protege la libertad de los creyentes de “manifestar su religión o su creencia, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”. Otros documentos internacionales reconocen este derecho legítimo, así como también la actual Constitución chilena en su artículo 19.
Lo que ha ocurrido en la Plaza Italia de Santiago de Chile ha sido una evidente vulneración de los Derechos Humanos contra los creyentes católicos y que ha ocurrido en el domingo que reflexionamos el texto evangélico sobre la respuesta del mismo Jesucristo ante los herodianos: “Dad, pues, al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios” (Mt. 22,21); que nos recuerda nuestros compromisos con la sociedad por ser sujetos con deberes y que gozamos también de los derechos que protegen por sus leyes.
Que estos actos violatorios de derechos humanos no queden impunes, que las autoridades persigan este delito, que las distintas relatorías por organismos internacionales y del propio país se hagan eco de estos hechos y, permita que todos los ciudadanos se vean protegidos por sus instituciones.