• 03/06/2009 02:00

La aurora del cambio

A estas alturas hay muchos escépticos con el prometido cambio de la fórmula Martinelli-Varela. Pero aún —considero— es muy prematuro par...

A estas alturas hay muchos escépticos con el prometido cambio de la fórmula Martinelli-Varela. Pero aún —considero— es muy prematuro para juzgar los actos de un gobierno que no ha empezado. Hay que darle un compás de espera a los nuevos funcionarios para ver si sus proyecciones se orientan hacia un nuevo orden de cosas, o si, por el contrario, resultan ser “más de lo mismo”. En todo caso, tiempo habrá para orientar, fiscalizar y exigir que los actos de gobierno respondan a los anhelos y esperanzas de quienes impedimos la continuidad del PRD en el poder.

No obstante ello, hay algunas señales del gobierno entrante que asoman de manera positiva. No haberle entregado la conducción del Ministerio de Educación a ningún títere de partidos políticos constituye un paso trascendental para un sector que, en gobiernos anteriores, ha sido utilizado como botín político para complacer insaciables apetitos personales y de grupos.

En la última década no bien se había instalado el titular cuando las órdenes de destituciones, hasta sin providencia, hacían rodar cabezas. Se iban los servidores de “libre nombramiento y remoción” con toda su experiencia, pero también trabajadores manuales y secretarias, muchos con décadas al servicio de una institución que la politiquería convertía en hostil y desagradecida.

La ministra designada, y el viceministro Halman, sin duda, no le han dado prioridad a los listados de peticiones partidistas. Este es el momento de una responsable preparatoria para poner en orden un ministerio lacerado por intereses ajenos a los que debieran inspirar la formación integral de la juventud panameña. Por ello atraen confianza y afianzan esperanzas en una labor que trascienda el ámbito escolar.

A ese inmenso trabajo todos los panameños debemos ofrecerle, total y absoluto respaldo, sin cálculos personales y sin ningún otro interés que no sea el rescate de un sistema educativo digno del presente y del futuro de nuestro país.

Tenemos la obligación moral de dotar a la niñez y a la juventud panameña de infraestructuras que no constituyan una amenaza para su salud y seguridad personal; equipar los laboratorios con los insumos indispensables; nombramientos de docentes a tiempo, y a través de concursos por méritos personales y académicos. Asignación de presupuestos que coadyuven a elevar la calidad y equidad de la educación.

El cambio en el sistema también debe contemplar la armonización con los gremios docentes, porque la confrontación con éstos no ha dado los mejores resultados. A los dirigentes gremiales corresponde asumir una postura consecuente con la necesidad inaplazable de superar la enorme crisis que afecta al sector educativo.

Respaldemos una acción nacional que requiere de ajustes curriculares consecuentes con la realidad actual; elaboración de un perfil del docente que promueva una formación profesional por vocación; el cese de vigencias expiradas; ordenamiento de la llamada “asignación de funciones”; nombramiento de supervisores de primaria y secundaria; legalización de directores “asignados” y la total despolitización político partidista de la cartera educativa.

El binomio Molinar-Halman, bien lo puede lograr, para que en una nueva era, y para siempre, el Ministerio de Educación lo sea y parezca.

-El autor es educador y ex legislador.bmejiao@yahoo.com

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