• 26/07/2020 00:00

Las casas se convirtieron en salones de clases

“Nos toca vivir un tiempo de tecnología, el avance tecnológico está demandando una masificación del conocimiento en toda la sociedad, pero no puede haber enseñanza sin profesores […]”

Iniciaba marzo y a nivel nacional había mucha incertidumbre en cuanto al tiempo que se estaba aproximando por la llegada de la COVID-19. Al igual que en otros países, se daría un confinamiento, una cuarentena y una paralización total a nivel nacional.

Una de las interrogantes que más resonaba en la mente de los panameños y más aún en los estudiantes de educación superior era ¿cómo iniciar un primer semestre virtual por la poca formación virtual que había, tanto en profesores como en estudiantes?

Las autoridades universitarias debían tomar decisiones rápidas y acertadas para iniciar el primer semestre de manera no presencial, utilizando todas las herramientas tecnológicas posibles, llámese WhatsApp, correo, plataformas e incluso llamadas telefónicas.

Lo primero que se hizo, como institución creativa y novedosa, fue instruir a cada uno de los profesores en plataformas virtuales, un seminario-taller, con el objetivo de darle a cada profesor las herramientas necesarias para trasmitir desde sus hogares la cátedra que le correspondía.

Inicia el primer semestre, el correo y WhatsApp de cada profesor se iba alimentando de mensajes y contactos, nos llegan listas de nombres, apellidos, número de teléfonos y correos electrónicos, donde nos indican que tenemos la hermosa tarea de ser sus profesores durante los próximos cinco meses.

El 20 de abril de 2020, día que para mí como profesora de la Universidad de Panamá será inolvidable, venían a mi mente muchas preguntas y mucho temor, pero nunca olvidé aquellas palabras de Pepe Mojica: “La única manera de salir adelante es fortalecer la educación y sobre todo la educación universitaria que es el germen de la nación”.

A las 7:00 a. m. estaba frente a frente con el primer grupo. Me encuentro ante estudiantes de primer año, tímidos, pero en su mirada había un deseo de aprender enorme, me manifestaban el deseo tan grande de caminar por los pasillos de nuestra institución, pero que por la situación que estábamos viviendo no se podía, fue ahí donde comprendí que el rol del profesor es llevar a las casas el aula de clases, el calor de la educación, de esperanza y de ánimo para transformar en aquel joven su miedo y su desesperanza en fortaleza y triunfo.

Nos toca vivir un tiempo de tecnología, el avance tecnológico está demandando una masificación del conocimiento en toda la sociedad, pero no puede haber enseñanza sin profesores, aunque el internet “lo presente todo”, nuestro deber en todo momento -y más ahora- era seleccionar y encauzar la información necesaria, suficiente y adecuada para que se logre el objetivo de enseñanza-aprendizaje.

Ya a varios meses de enseñanza no presencial, doy mi agradecimiento al rector de la Universidad de Panamá, porque no nos dejó solos, su interés se ha visto reflejado enviando información adecuada y metodologías, donde indicaba las diversas maneras con que es posible llevar enseñanza-aprendizaje al hogar.

Una vez más la Universidad de Panamá ha demostrado ser la primera y más importante institución a nivel nacional, en medio de esta crisis sanitaria no hemos desfallecido; se ha demostrado que educar es una profesión de compromiso sin perder calidad, es trabajar en la cabeza y en el corazón de las generaciones que nos corresponde enseñar incluso en medio de dificultades.

Esta labor no ha terminado, no sabemos cuándo volvamos a escuchar las risas, conversaciones, y demás actividades; lo único que sí sabemos es que donde nos encontremos somos una familia universitaria. Este momento que estamos viviendo ciertamente no ha sido fácil; pero nos ha dado la oportunidad para reflexionar en el compromiso y rol que tenemos ante una sociedad, compromiso que debemos reforzar cuando retornemos a nuestra hermosa casa de estudio.

Profesora de la Universidad de Panamá.
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