• 19/07/2020 00:00

Condenada incertidumbre

Hace cuatro meses inició esta historia que, si estuviéramos viéndola por televisión, diríamos en buen panameño “¡Qué bate! ¡Cómo así que un virus que no es altamente letal paraliza un planeta! ¿En serio aún no encuentran la cura?, mejor cambia la película”.

Hace cuatro meses inició esta historia que, si estuviéramos viéndola por televisión, diríamos en buen panameño “¡Qué bate! ¡Cómo así que un virus que no es altamente letal paraliza un planeta! ¿En serio aún no encuentran la cura?, mejor cambia la película”. Pues, aquí estamos, en una película EXTREMADAMENTE lenta y sin poder adelantar o cambiar por otra. Más de 550 mil personas han perdido la batalla y millones se encuentran en el campo librando una guerra con la ayuda de héroes de blanco agotados, que pierden la esperanza y necesitan ser reanimados emocionalmente.

Por naturaleza, y creo que autodefensa, ante este tipo de situaciones nuestra primera reacción es buscar un culpable. El culpable de que esté enfermo, de que no tenga trabajo o pueda perderlo, de que mi familia tenga hambre, de que no pueda pagar mis deudas, de que no pueda escapar de mi agresor, el culpable del culpable. Y sí, muchas veces ese culpable existe y es real, resultado de una mala acción o “inacción”.

Sabemos que hay muchas variables que no controlamos, pero lo que nuestro cerebro no termina de procesar es que NO existan respuestas claras a aquello que conocemos. En ese momento entramos en corto circuito, llega la incertidumbre y empezamos a buscar culpables.

No hay peor sentimiento que la incertidumbre. La incertidumbre carcome, deprime, no permite enfocarse ni ver la salida. La certeza en cambio te ayuda a aceptar la realidad y dirigir tu energía a superarla.

Y eso es lo que hoy nos está matando a todos: la incertidumbre. ¿Por qué no hay una buena trazabilidad?, ¿por qué no hay un plan social a vulnerables?, ¿cómo se están ejecutando o se van a ejecutar las propuestas que nos comunican?, ¿cómo los encargados de poner en blanco y negro las acciones, plasmarán las reglas?

Hemos creado una falsa disyuntiva de qué va primero, ¿la salud o la economía? Personalmente, no me gusta usar el término “economía” en circunstancias como estas, aunque los expertos lo definan como el adecuado, prefiero decir “bienestar” o, mejor aún, “bienestar social”, porque así, al menos para mí, el dilema termina. No hay salud primero que economía o al revés, existe la búsqueda del bienestar social del ser humano por encima de cualquier cosa y factores que ayudan a alcanzarlo, como el acceso a la atención médica y al trabajo. La pregunta no es ¿me quedo en casa para no enfermar o salgo para ganar dinero? La realidad es: ¿requiero o no salir de casa, tomando las medidas de seguridad necesarias, para traer el pan a mi familia? Si la respuesta es Sí, pues entonces nos toca salir y es necesario EDUCAR en ese sentido.

El Gobierno ha creado planes de asistencia, pero la realidad es que NO son sostenibles, el número de afectados aumenta exponencialmente. Lógica simple: el dinero del Estado llega de sus contribuyentes o préstamos. Sus contribuyentes son empresas y trabajadores; las empresas y trabajadores están en casa sin generar; y los préstamos hay que pagarlos, ¿con qué dinero?, con el del contribuyente. “Ah pues, entonces no pago los compromisos”. Suena bien. Veamos, el dinero que te prestó el banco lo tomó del ahorro de otra persona, el interés que te cobra lo usa para pagarle a sus trabajadores, proveedores, al ahorrista y los accionistas. Pueden permitir que dejes de pagar un mes, dos, tal vez tres, antes de que una persona pierda su trabajo porque ese banco ya no puede mantener la misma planilla.

Todas las acciones, que en principio te pueden beneficiar, terminan en la pérdida del empleo de otro ser humano y eso multiplícalo por cada persona que opta por lo mismo. Por cada plaza de trabajo perdido nace un informal.

Estimación rápida: existen aproximadamente 1.9 millones de plazas de empleo en el país, 1.6 millones las genera el sector privado. Entonces me pregunto: ¿es esa la solución, el plan para salir adelante? ¿Debemos seguir todos en confinamiento o debe ser un plan dirigido a sectores, grupos vulnerables y medidas estrictas para irresponsables? ¿Podrán reabrir las empresas después de cuatro meses? ¿Funcionan las ayudas financieras sin apertura y demanda? Uff, condenada incertidumbre.

Especialista en Desarrollo Social.
Lo Nuevo