• 13/08/2025 00:00

Contenidos para soñar la realidad

La trascendencia de una obra literaria está determinada por la capacidad que tiene un trabajo o el conjunto de ellos de mantenerse vigente en el tiempo y adquirir relevancia para varias generaciones. Su valor aumenta cualitativamente cuando los textos se conciben con la idea de un ejercicio perfilado por el arte y su contenido se refiere a la realidad concreta o percibida como una proyección de acciones humanas basadas en principios de peso.

Esta noción no estaba así de firme en la Ileana que conocí de joven. Se acababa de graduar de trabajadora social y le habían encargado coordinar a un grupo de niños que desarrollaban actividades vinculadas con la naturaleza, excursiones y estudios de manifestaciones artísticas paralelas a sus formaciones escolares. Luego, ella se fue a México a estudiar comunicación educativa, un ámbito que le pareció siempre imprescindible.

En México tuvimos algunos encuentros y me conversaba de lo que iba descubriendo en el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa (ILCE) y la fascinación de las enseñanzas de un maestro argentino que había conocido: Daniel Prieto Castillo. Su regreso a Panamá coincidió con la creación de la Facultad de Comunicación Social en la Universidad de Panamá, a la que ambos nos vinculamos.

Maritza Ileana Gólcher empezó su tarea docente con la inquietud de ampliar el campo de trabajo de quienes estudiaban la comunicación y en especial el periodismo. Un grupo de profesores coincidíamos al respecto y fue así que con Manuel Almengor y Javier Araúz empezamos a buscar caminos para darle un mayor sentido a la disciplina. Un primer paso fue crear el Centro de Documentación en la Facultad de Comunicación y trabajar desde allí.

Hubo una primera propuesta de hacer un compendio de la investigación en el campo y de allí salió el libro La investigación en comunicación en Panamá, que repetía localmente un esfuerzo documental de algunos países de América del Sur. También trabajamos en un proyecto que Araúz impulsaba sobre el periodismo científico, lo que implicó una importante ponencia llevada a un encuentro internacional.

La burocracia, las luchas intestinas en la Facultad de Comunicación no tardaron en dar al traste con los esfuerzos de formar un equipo de investigadores. Una disposición surgida en la Universidad de Panamá fue aprovechada para que se expulsara de esa unidad académica a 24 profesores sin títulos básicos de comunicación; ella y yo fuimos afectados con la medida. Cada uno tomó un rumbo particular y se perdió una posibilidad de cambios.

Ileana tuvo la oportunidad de vincularse con la oficina local de Unesco, donde adquirió una formación en materia editorial y empezó la tarea de recoger temas, problemas, nuevos escenarios para elaborar un conjunto de libros, estudios e investigaciones sobre referentes vinculados con la educación, el arte, la sociología, la comunicación y múltiples aspectos de la cultura, entre ellos la diversidad étnica de la sociedad panameña.

Editaba anualmente una Agenda de la Comunicación con la finalidad de que se conociera el trabajo corporativo de los diferentes actores de la labor en ese campo: periodismo, publicidad, servicios de consultoría y otros que daban una nueva dimensión a este escenario. También se preocupó de formar nuevos profesionales a través de consolidar las tesis de grado y después sobre la concepción de obras bibliográficas.

Quizás el esfuerzo y denuedo de su trabajo terminó por enfermarla y debió someterse a tortuosos tratamientos para combatir el cáncer. Después de superar la crisis, contó la experiencia en un libro testimonial. Vinieron otros problemas con su cadera y el mal ejercicio de la medicina, lo que la hizo víctima de múltiples y fallidas intervenciones.

Ella no dejó de trabajar. La última vez que coincidimos fue con una investigación para la FAO sobre la cobertura del trabajo infantil en los medios de comunicación. A partir de allí, la vi poco y pareció alejarse de la vida pública, sin desatender sus temas y escritos.

Su fallecimiento reciente nos deja sin una mente extraordinaria y dedicada que soñó con una realidad social diferente y la dejó plasmada en obras trascendentes.

*El autor es periodista
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