• 07/04/2024 00:00

Día Mundial de la Salud: mi salud, mi derecho

Hoy domingo celebramos el Día Mundial de la Salud con el lema: “mi salud, mi derecho”, elegido para defender el derecho de todas las personas, donde quiera que estén, a tener acceso a servicios de salud, a educación y a información de calidad, así como a agua potable, aire limpio, buena alimentación, vivienda de calidad, condiciones laborales y ambientales decentes, y a no ser discriminadas.

Y no puede ser de otro modo, pues, al menos 4,500 millones de personas - más de la mitad de la población mundial, incluyendo cerca 1 millón de panameños que padecen a diario las inclemencias de la pobreza multidimensional - no están plenamente cubiertas por servicios de salud esenciales.

En ese contexto, para nosotros tiene especial relevancia esta celebración, pues dentro de escasas cuatro semanas celebraremos elecciones generales y los panameños esperamos que - obedeciendo el mandato constitucional - las nuevas autoridades reconozcan de manera efectiva que la salud es un derecho humano fundamental y avancen en la transformación que necesitamos para el sistema de salud panameño.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, este derecho a la salud, tiene cuatro elementos esenciales, que están interrelacionados y claramente alineados con nuestros “Lineamientos Estratégicos para la Mejora y Fortalecimiento del Sistema Nacional Público de Salud Integral en el Marco de una Política de Estado”. Démosle un vistazo a cada uno y estemos pendientes de que sean incluidos en el plan de gobierno de quien ocupe nuestra Presidencia a partir del próximo mes de julio.

El primer elemento esencial es la “disponibilidad”. Hace referencia a la necesidad de contar con un número suficiente de establecimientos, bienes y servicios de salud en funcionamiento y organizados en una red integrada por niveles de complejidad y capacidad de resolución, para toda la población.

Esos establecimientos, los bienes y los servicios de salud deben ser accesibles para todos. La “accesibilidad” tiene cuatro dimensiones: no discriminación, accesibilidad física, accesibilidad económica y accesibilidad de la información.

No menos importante es la “aceptabilidad”. Requiere que los establecimientos, los bienes, los servicios y los programas de salud se centren en la persona y den respuesta a las necesidades concretas de diversos grupos de población, de conformidad con la cultura local, y las normas de ética médica relativas a la confidencialidad y el consentimiento informado.

Tan relevante como los anteriores está la “calidad” de la atención. Los servicios de calidad deben ser: seguros, evitando causar lesiones a los destinatarios de la atención; eficaces, proporcionando servicios basados en la evidencia a las personas que los necesiten; centrados en la persona, respondiendo a las necesidades individuales; oportunos, reduciendo tiempos de espera y las demoras perjudiciales; equitativos, proporcionando una atención de calidad para todos y todas en todos los lugares, sin discriminación alguna; integrados, ofreciendo una gama de servicios de salud a lo largo del curso de vida; y eficientes, maximizando los beneficios de los recursos disponibles y evitando el despilfarro.

Dicho lo anterior, subrayo que panameños necesitamos un sistema de salud capaz de responder a nuestras necesidades, enseñarnos a proteger la salud, atendernos y sanarnos cuando perdemos la salud y enfermamos, ayudándonos a alcanzar el estado de completo bienestar físico, mental y social que nos merecemos. Para ello, debe proporcionarnos atención integral y humanizada, que incluya acciones de promoción, protección, conservación, y rehabilitación de la salud durante toda nuestra vida.

En ese sentido, estableciendo el contexto obligatorio para el desarrollo de los elementos arriba señalados, el sistema de salud debe superar la fragmentación y segmentación que adolece actualmente y condiciona el bajo desempeño de los servicios de salud y, por lo tanto, del pobre rendimiento general, afectando el acceso a los servicios, pobre calidad técnica de estos, uso irracional e ineficiente de los recursos, y muy baja satisfacción de los usuarios.

Será determinante que el sistema esté organizado bajo la eficaz rectoría de un ministerio de Salud fortalecido. Que trabaje en forma coordinada, ojalá unificada con la Caja de Seguro Social. Que respete y promueva los principios y valores de equidad, eficacia, eficiencia, calidad, transparencia y rendición de cuentas.

Es igualmente necesario redoblar los esfuerzos para el desarrollo y fortalecimiento de un nuevo modelo de atención integral, centrado en las personas y las comunidades. Basado en la atención primaria de salud, la renovación de la promoción de la salud y el abordaje multisectorial de los determinantes sociales de la salud.

Para avanzar en esta transformación necesaria, los panameños contamos con los recursos humanos, el financiamiento necesario, y suficiente material escrito y experiencias aleccionadoras, que están disponibles para que las nuevas autoridades avancen en la transformación del sistema de salud.

No hay excusa para la inacción o las intervenciones insuficientes. Estamos obligados a mantener el efectivo apoyo político y darles la necesaria prioridad a las intervenciones para salvaguardar el derecho al más alto nivel posible de salud física y mental para toda la población.

El autor es médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud
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