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- 21/08/2013 02:00
La vigencia de Edipo
Sófocles, el clásico dramaturgo griego, fue quizás el que mejor supo llevar el conflicto trágico desde las interioridades del alma humana hasta las dimensiones políticas para dejar sentado el impacto que el poder ejerce sobre el individuo. Su vigencia reside en que trabajos como Edipo rey, las secuencias y Electra son ejemplos de cómo la política de la época es retratada como escenario de las grandes controversias.
La trayectoria trágica del héroe edípico y sus circunstancias en el contexto del gobierno y su relación con la sociedad de la época, son referentes que el teatro de la actualidad ha podido desarrollar, gracias a la fuerza de los acontecimientos y a la proyección que este autor le imprimió en su momento.
Una puesta en escena de Viaje en círculo, basada en la dramaturgia de Tomás González Pérez, dirigió Eugenio Fernández. En ella y a través de dos actores, María Elena Mena y Luis Carlos Gómez, representó un recorrido en momentos de vejez del personaje acompañado de su hija, Antígona, para aventurar y rememorar todas las circunstancias que le llevaron por el camino de desesperanza y con las implicaciones para la nación y los gobernados.
Edipo, al final de la crisis provocada por el descubrimiento de que había protagonizado el crimen de su propio padre, el rey Layo, y la vida conyugal con su madre, Yocasta, se saca los ojos y deambula con su hija por los pueblos, pero revive cada momento, gracias al recuerdo que le provoca el diálogo con su descendiente y a que ella remeda y reencarna a quienes significaron algo importante para su destino.
En medio de este remolino de extrañas sensaciones que le surgen al defenestrado rey de Tebas, Antígona tiene sus propios fantasmas que emergen y ponen en evidencia que ella también guarda parte de los hechos acaecidos y que ha sido condenada al destierro por el ahora gobernante, su tío Creonte, quien es ahora el dictador y considera que Edipo es el centro de los males que aquejan al Estado.
En algún momento se escucha que el origen de toda la pesadilla nació en el lecho real; una imagen que relaciona el destino con el poder y rescata el estrecho vínculo entre la política y la ciudadanía. El origen de los males está en la casa de gobierno y desde allí se cuela por los resquicios del país, a juicio del viejo Sófocles y ahora se mantiene como tesis en el ejercicio de este texto que representan Mena y Gómez.
El director Fernández con un ahorro escenográfico, pero con una calidad de interpretación de sus dos actores, ha sabido sacar provecho del múltiple des doblamiento que encierra la obra. Este montaje es producto de las actividades académicas de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Panamá y pone de manifiesto una calidad expresiva poco vista en las tablas locales, pese a todo el chisporroteo actual.
El esquema dramatúrgico ubica el argumento en el tiempo clásico griego y los modelos son coherentes con esta arquitectura, pero la proyección de la historia y la ornamentación y los accesorios escenográficos, permiten al texto guardar una actualidad que propone una reflexión de la dicotomía Estado-individuo y los conflictos entre el hombre común y la infraestructura política que le rodea.
Este viaje del hombre aislado que el autor González pone en la palestra, según el modelo de Sófocles, no es más que una reiteración de que la vida es un camino que se sigue con hechos que trascienden y permanecen en el subconsciente de la mente humana.
PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.