• 17/07/2011 02:00

Un aguilucho ejemplar

EDUCADOR Y ESCRITOR.. A lfredo Figueroa Navarro, uno de los mejores ensayistas del Panamá literario, nos presenta un libro excepcional ...

EDUCADOR Y ESCRITOR.

A lfredo Figueroa Navarro, uno de los mejores ensayistas del Panamá literario, nos presenta un libro excepcional Manuel Roy Castillo. Una vida ejemplar para todos los tiempos.

Manuel Roy, graduado de maestro del Instituto Nacional trabaja en su Alma Mater como inspector, vicerrector y rector. Se distingue como educador, promotor cultural, historiador, escritor, crítico literario, deportista, bolivariano y cervantista. Dirige la Asociación de Maestros y es uno de los organizadores del Concurso Ricardo Miró, funda la Sociedad Bolivariana, preside el Comité Olímpico Panameño, es director general de Educación Física, jefe de la Defensa Civil, gobernador de la provincia de Chiriquí y participa en la Guerra de Coto.

Manuel Roy Castillo, como funcionario público, actúa con entereza, honestidad, responsabilidad. Hombre de carácter fuerte y certeramente crítico, enfrenta cualquier situación sin perder la postura de un hombre ético y expresa lo necesario en el momento preciso. La capacidad para la acción la prueba con aciertos y logros. Don Manuel es consecuente con lo que piensa y siente, los discursos tienen como fundamento la panameñidad, la renovación cívica y el humanismo como sustento social.

El ideario pedagógico del Nido de Águilas lo enriquece, pues, el Instituto Nacional es la atalaya de la sensibilidad ciudadana. La labor docente, como inspector, es ejemplo de lo que debe ser la supervisión y evaluación del sistema escolar, es puntual en la orientación crítica del desempeño de los educadores. Como dirigente gremial lucha por el mejoramiento económico de los maestros. Tiene el privilegio de colaborar, como vicerrector del Instituto Nacional, con José Dolores Moscote.

El Maestro de la Juventud Panameña al despedirse del cargo de rector, califica a Manuel Roy como el Caballero Lealtad.

Manuel Roy, como rector de los aguiluchos, continúa con éxito la organización de los sábados literarios musicales. Además es el promotor permanente de la creación de la Universidad de Panamá, pero la adversidad política le impide realizar ese sueño.

Crea el lema cardinal de Nido de Águilas, Todo sea por la gloria institutora.

La formación humanística hace de él un entusiasta atleta, deportista y dirigente. Promueve la profesionalización de la educación física a nivel universitario, el deporte es para él un paradigma ciudadano. Dirige los IV Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Panamá en 1938. Como innovador organiza, a la par de las competencias deportivas, un Concurso de Bellas Artes. Así encarna el ideal griego del olimpismo, al armonizar la cultura con las actividades físicas. Iniciativa que sugerimos a Edwin Cabrera para los XVII Juegos Bolivarianos a desarrollarse en Panamá para el 2013.

Manuel Roy es director general de Educación Física (ayer INDE, hoy Pandeportes). En reconocimiento a su tenacidad y logros el Estado panameño establece la condecoración Manuel Roy, al Mérito Deportivo, es un merecido honor a un arquitecto de ideas.

Como hombre de letras, maneja la prosa con fluidez, casticismo y armonía conceptual. Manuel es un lector infatigable. Ensayista por excelencia, elabora textos relevantes, sobresale en la crítica literaria. Sigue los pasos de Guillermo Andreve como promotor cultural. Don Manuel es miembro de las Academias de la Lengua y de la Historia, y un humanista al estilo de Cervantes.

Moral y luces guían la trayectoria de un auténtico bolivariano. Al fundar la Sociedad Bolivariana de Panamá, ejerce su mandato durante treinta y ocho años.

Manuel Roy es un hombre institucional. Pocas veces en el devenir republicano se da la conjunción ética entre el sentir con el hacer. En una sociedad sin valores como la nuestra, leer el libro de Figueroa Navarro es un reencuentro con el Panamá raizal. Allí está el manual de civismo y moral de una conducta sin dobleces.

Manuel Roy, es el arquetipo de las virtudes ciudadanas como la sabiduría, el valor del autocontrol, la prudencia, la generosidad, la paciencia, la diligencia, la perseverancia, el aprovechamiento del tiempo, la sobriedad, el coraje, la verdad sin complacencias, la fidelidad, la laboriosidad, la disciplina y la confianza en sí mismo.

El Caballero Lealtad, en memorable discurso, apunta hacia las debilidades que nos afectan cuando cuestiona ‘la falta de responsabilidad ciudadana, la rudeza y vulgaridad en el hacer y decir, la política mercenaria encaminada al encubrimiento y al lucro personal’.

Figueroa Navarro organiza el libro en diez capítulos, con un anexo de los textos literarios, históricos, educativos, bolivarianos, deportivos y de su vida pública. Incluye una iconografía significativa y elocuentes testimonios de Gloria Guardia, Aristides Royo, Jaime Ingram, Carlos A. Patterson, María Teresa Viggiano de Obarrio, Rubén Darío Carles y María Eugenia de Gutiérrez. Además, la lista de los reconocimientos, condecoraciones y diplomas que recibió en vida. Es un libro para atesorar.

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