• 19/08/2025 23:00

El colectivo de altas capacidades hoy día

Las Altas Capacidades y la superdotación son contextuales y por lo regular tienen tres miradas; familia, escuela y de quien las lleva encima. Puede ser un privilegio tenerlas con éxitos escolares, quizás laborares y hasta económicos. En muchos escenarios aun sin un diagnóstico en firme, vienen acompañadas de incomprensión y abandono educativo. Spoiler: no hay mayores diferencias entre el sector oficial y el particular al respecto.

El talento excepcional por lo menos el académico, puede pasar desapercibido. Conocemos de centros educativos que, por prejuicios o ignorancia, no tienen ni idea de los talentos que habitan en el subsuelo de su ecosistema educativo. Decía San Agustín: “el bien ignorado no lo podemos desear” esto nos indica que, primero debemos conocer algo o tener conciencia de eso y luego en concordancia aplicar todos los medios y las decisiones adecuadas para trabajar en ello. Desearlo en el buen sentido de la palabra.

Recién un niño panameño triunfó en un campeonato internacional de matemáticas. Desde los tres años y medio ya realizaba operaciones de un niño de ocho años. No ha sido el único, y la noticia más allá del entusiasmo y orgullo de sus progenitores, en sus respectivas escuelas no ejercieron intentos serios de adecuaciones curriculares antes de partir a ese campeonato. La madre fue el eje central de ese triunfo. No quedaba otra.

Por lo regular en Panamá, más rápido se mueve un balón hacia el estrellato de la fama que un superdotado hacia una prestigiosa universidad local o internacional. Que conste que no es un tema de promoción de grado per se. Es la evaluación integral y aplicar las adecuaciones pertinentes al caso en cuestión. No todos los chicos quieren ni deben subir de grados. Para algunos es suficiente la profundización y/o ampliación del curriculum, sus competencias son las que valen y no su fecha de fábrica o nacimiento.

Muchas madres han tenido que cambiar a sus acudidos de tres a cuatro colegios, porque sus administraciones no entienden el mantra universal de ellos: “esa escuela me aburre”. El niño campeón es un claro ejemplo de esa realidad. Así como usted se aburriría de aprender español básico en una escuela elemental de EE.UU. o China, así es la experiencia escolar diaria de estos niños. Con ese estado emocional y actitudinal empiezan las conductas disruptivas, el acoso escolar, la depresión infantil, el desafío a la autoridad y el recorrido a terapeutas no especializados en la temática que pueden confundir a los padres al no encontrar la génesis o el núcleo central de la sintomatología en referencia.

No es un tema de dinero (siento decepcionarlos), en flamantes e icónicos colegios locales particulares también se cuecen habas. Es un tema regional y transcultural que traspasa gobiernos y fronteras, pero curiosamente en algunos países y culturas (EE.UU., Corea del Sur, Australia, Japón, China entre otros), tienen una visión clara de la articulación de las altas capacidades intelectuales y/o la superdotación con el desarrollo y crecimiento económico de la sociedad. Es cuestión de actitud, visión, vocación de enseñar y de actualizarse en lo que realmente es una educación inclusiva. En última instancia la llamada educación especial, privilegia con un sesgo fuertemente cultural el apoyo a la discapacidad intelectual y a las variantes que implican serias limitaciones sensoriales, motoras, de comunicación o sociales.

Volviendo al dinero. Promocionar un niño de un PK2 directo y sin escalas al primer grado; no es negocio. Las excusas o negación a acatar la ley y ejecutar las referidas adecuaciones curriculares no las respaldan con ninguna validación científica ni empírica. Ni siquiera se animan a considerar la profundización o ampliación del curriculum. No le queda otra querida madre, que tomar su chiquillo y partir antes de que sea demasiado tarde.

Quisiera ver a estas escuelas, como harán cuando les toque tomar decisiones administrativas y de inclusión educativa en el evento que se les asome un niño o adolescente que por su profundidad y excepcionalidad cognitiva e intelectual (extremadamente superdotado.), no resulte suficiente promocionarlo de grados, sino que hay que hacerlo por niveles. Motivo al lector que sé dé un paseo corto por YouTube y busque los niños genios o los más inteligentes del mundo y que el algoritmo le ayude con el resto. Encontrará casos icónicos de México (hermanos Almazán). India (Balamurali Ambati). EE.UU. (Alia Sabur). Egipto (Mahmud Wael). Pakistán/Inglaterra. (Arham Talsani). Bélgica (Laurent Simoms). Rusia (Bella Devyatkina) Corea del Sur (Kim Ung-Yong) entre otros. (www.youtube.com/@ingeniazo).

Tampoco el tema es de leyes solamente. En un país de Europa la privilegiada, (Película Al Este de la campana de Gauss) y no menos en otras latitudes latinoamericanas (Ley Benjamín en Argentina) se ha tenido que escalar con apelaciones ante los tribunales de justicia, porque las instancias administrativas educativas no se adaptan al perfil del superdotado y predican a todas voces por un curriculum rígido e inflexible. Por nuestra parte, aun teniendo en la mano la ley y el Resuelto que ampara a este colectivo localmente, nos ha tocado escuchar no pocas veces: “no me da la gana y haz lo que quieras”. Por descontado que es un tema que tiene a su haber cantidades industriales de investigaciones, documentales, literatura científica, formaciones especializadas y congresos internacionales. Allá sigue lloviendo y por acá no escampa. Lo real y pragmático es abandonar el manual de lo que no debe hacerse con estos niños. Aceptar y responder en forma oportuna a este colectivo, es lo mínimo inteligente que le toca realizar al colegio. Ignorarlos y hacer apología por una talla única en curriculum, es ir contra natura y propicia el fracaso y el abandono escolar. Ser de Altas Capacidades no es merecer un trato privilegiado, es atender un derecho humano fundamental.

*El autor es magíster en altas capacidades y educación inclusiva
Lo Nuevo