• 12/04/2025 00:00

El señor presidente en su contexto

Abordar temas de corte político, a veces, resulta escabroso y temerario, ya que puede que en el análisis o en el abordaje del asunto haya ánimos exacerbados, puntos divergentes o falta de elementos de juicio que fundamenten lo planteado. Empero, esto no minimiza en nada el riesgo de opinar sobre diversos tópicos y problemáticas locales.

En nuestro país se instauró el 5 de mayo del año pasado un nuevo inquilino de la Presidencia, con su propio librito político bajo el sobaco y con su propio marco ideológico de interpretación del país, sus hechos, urgencias y soluciones inmediatas. Desde luego, hubo muchas expectativas y, tras nueve meses transcurridos, nos hemos encontrado con “más de lo mismo”, toda vez que se percibe que la deuda y el compromiso político pueden más que la honradez, principios sólidos y búsqueda permanente del rescate moral del país.

Tenemos la impresión de que por moda o tal vez por fuerza política interna de los partidos, quienes llegan a regentar el Ejecutivo desvirtúan cualquier sentido de apego a la ley y a la justicia; además, no cuentan con una tabla axiológica que regule su consciencia y actúan más por apetito voraz personal y acciones sectarias que por el bienestar colectivo.

Sería interesante que nuestro señor presidente, José Raúl Mulino, empleara los jueves para hablar “cara a cara” frente a los problemas del pueblo y presentar soluciones a dificultades de agua, carreteras, desempleo, infraestructuras escolares y médicas, un Ministerio Público justo y apegado a la norma, garantizando certeza del castigo, independientemente de quién o quiénes sean los que acudan a ventilar casos en él, el uso sensato de nuestros recursos naturales y garantizar una economía fuerte y sostenible que permee a toda la sociedad.

De ser así, estaríamos en presencia de una verdadera democracia, “gobierno del pueblo y para el pueblo”, nada de amenazas, falta de respeto y represión sistemática frente a un pueblo que quiere soluciones a sus problemas, que quiere humildad en la figura presidencial, no arrogancia y posturas absolutistas.

Prácticamente, estamos frente a un sistema que, dice el señor presidente, es democrático, pero arbitrariamente retiene dinero sindical, que es democrático y está dirigido a los intereses de sus amigos empresarios, que es democrático y no busca ni presenta soluciones efectivas a los grandes problemas del panameño de a pies, pues su gobierno va en una sola dirección: defender el derecho y bienes de los que más tienen, es decir, los expoliadores de siempre. Quizás al esbozar este señalamiento sea tildado de “comunista”, “ñángara” o cualquier expresión trasnochada de quienes buscan excusa para no prestar atención a la voz hiriente de un pueblo que clama justicia, hambreado y con un norte zozobrante.

Tenemos en el Ejecutivo a un señor presidente intolerante, díscolo y agresivo con quienes no comparten su visión de país y que, por ejemplo, esté en desacuerdo con su inmutabilidad ante la actitud prepotente y oprobiosa del coloso del norte y en defensa de la dignidad de la nación. Presumimos que el señor presidente no tiene una agenda formal, sino que su gestión es improvisada; no es político, sino impulsivo, no atiende a sus asesores y no cuenta con una ruta a seguir en temas nacionales e internacionales.

Señor presidente, ese 32 o 33 % de la población que le dio el Sí en las elecciones pasadas, hoy aborrece esa mala decisión y muchos están en las calles dispuestos a revertirla. Ojalá y usted con sus acciones dictatoriales y erráticas no condene al país a días de zozobra y de entrega de la soberanía nacional.

*El autor es docente
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