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- 28/10/2023 13:17
Es mucho lo que está en juego
Una gran cantidad de panameños está solicitando la derogatoria del contrato con Minera Panamá sin tener claras cuáles serían las consecuencias de esa acción y restándole importancia al grave precedente que marcaría revocar un contrato/ley de la República. Eso no ha sido, ni es, una práctica usual en nuestra historia y para hacerlo realidad sería necesario respetar un procedimiento especial que marca tiempos insalvables, y condiciones obligatorias.
Importante es conocer cuáles serían algunas de las afectaciones que sufriríamos:
Tengamos presente, además, que Minera Panamá formalizará cuantiosos reclamos financieros a la República, con grandes posibilidades de ganar en un arbitraje internacional, dado que no sería de su responsabilidad la suspensión de actividades en la mina. Esa Multibillonaria demanda quebraría nuestras finanzas públicas, haría inevitable una baja en el grado de inversión por parte de todas las Agencias Calificadoras de Riesgo, impediría lograr fondos en los nerviosos mercados de bonos y podría generar una corrida de fondos sin precedentes, dando al traste con la importante actividad de nuestro Centro Financiero Internacional.
Quienes con gran facilidad solicitan que se elimine el contrato minero, sencillamente desean olvidar que eso el país no lo puede hacer. Dar ese paso, sería demostrarle al mundo que acá no se respeta la Seguridad Jurídica Internacional, lo cual —no lo duden— tendría consecuencias catastróficas para las actuales y futuras generaciones.
Es necesario recordar los pasos cumplidos con el trámite de este acuerdo, aunque algunos crean que sea repetitivo. La actividad de esa mina arrancó hace ya muchos años. Los que ahora transitoriamente nos gobiernan, luego de un fallo de la Corte Suprema de Justicia, se vieron obligados a negociar con la compañía. Se presentó un proyecto de ley en la Asamblea Nacional, se realizaron toda clase de consultas, y los Diputados regresaron el proyecto al Ejecutivo. Entonces, se le hicieron los ajustes solicitados por las comunidades y dirigentes nacionales. Retornó a la Asamblea donde fue aprobado en tercer debate, sancionado y publicado en la Gaceta Oficial.
Entendemos que son muchísimos los panameños que de buena fe están en las calles, protestando. Pero, algo tan serio como lo que tenemos entre manos, no debe ser manejado como si se tratara de responder a una moda, la de marchar y gritar consignas. Esto es muy delicado. Además, debe saberse que detrás, están operando organizaciones que tienen otros fines. Como el Suntracs, que recibe millonarios ingresos económicos, producto de las cuotas obligatorias que descuentan a sus afiliados, pero cuyos dirigentes obedecen a consignas de ideólogos de izquierda, locales e internacionales. Ya se cuenta con información detallada sobre los grandes recursos económicos que Suntracs está movilizando día tras día, para mantener al país en zozobra, gracias a “cierres/exprés” que pueden ejecutar, pagando en rabioso efectivo a sus activistas. Insisten en desestabilizar a la nación, sencillamente porque solo en medio de la anarquía, pueden impulsar su proyecto de tomarse el Poder para hacer realidad sus inconfesables apetitos.
Tan inaceptables son sus métodos que, como ejemplo, podemos citar la práctica de impedir que la cadena de suministros funcione. Restaurantes, familias y hoteles comienzan a sufrir un desabastecimiento como no se había visto. Estaciones de expendio de gasolina, ya están sin combustible, el gas licuado para cocinar está escaseando, todas esas dificultades como parte del plan superior de paralizar las actividades normales.
Pienso que tenemos que alertar a Panamá. La dirigencia del Suntracs, y sus propósitos aviesos, tienen que ser desenmascarados. Ni esas protestas radicales, ni esa metodología propia de guerrillas suramericanas, son típicas de nuestro país. Pancartas y gritos ofensivos; insultar y violar la Ley para provocar enfrentamientos con la Fuerza Pública, son tácticas viejas y conocidas de los zurdos. Lo que fue un movimiento sano, se lo han tomado, cuadros que profesan ideologías radicales, las que el panameño demócrata siempre ha rechazado. Por Panamá, tenemos que salir a decir la verdad, tenemos que enfrentar a los que desde la oscuridad buscan que perdamos un país donde jamás hemos querido el comunismo, una nación que vive en la democracia que nos garantiza un futuro de prosperidad y de bienestar general.