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- 10/08/2022 00:00
José Vergara, sólido pilar de la cumbia panameña
Entre las anécdotas del conocido artista Roberto “Fito” Espino, recogidas en el libro 'Fito Espino, el látigo tableño', se encuentra la que refiere su último encuentro con el acordeonista José Vergara, el 4 de agosto de 1964, durante las fiestas patronales de Santo Domingo de Guzmán, en el corregimiento del mismo nombre, en Las Tablas.
En el jardín Encanto, actuaba José Vergara, a quien se le conocía como 'El diablo del acordeón' y en el jardín Gloria, Roberto “Fito” Espino. Casi a la media noche, José Vergara se presentó en el jardín Gloria, en vista de que la actividad bailable que él amenizaba, no le “resultó”; fue a “remudar” a Fito e interpretó dos piezas musicales, una de ellas, el danzón cumbia Margarita Vargas, del compositor Hernán Vergara. Se despidió y se marchó. Al día siguiente me enteré del accidente de tránsito, en el que falleció José Vergara, “por lo que puedo asegurar que el último acordeón que ejecutó José fue el mío”.
Durante estos 58 años de su desaparición, han surgido comentarios respecto a las circunstancias del accidente. Lo cierto es que según me confirma Dorindo Cárdenas 'El Doro', “José se accidentó camino a Parita, porque quería acompañarme y remudarme, pues yo amenizaba la celebración de Santo Domingo de Guzmán en este pueblo herrerano”. Además, me contó que a ellos les unía una gran amistad, “José llegaba a mi casa y se ponía a jugar con Danielin y Dorindin quienes contaban con uno y tres años; se tiraba al suelo con ellos y luego se quitaba su camisa sudada y tomaba una mía. Fueron varias camisas suyas que luego de su desaparición encontramos, lo que me daba mucha cabanga”.
La versión más apegada a la realidad, de los últimos momentos de la vida de José Vergara, parece ser la siguiente: Luego de salir de Santo Domingo, en su automóvil con algunos de sus compañeros de conjunto, José se dirigió a Guararé, invitó a sus compañeros, incluyendo a Noelin Durán, para que fueran a Parita, pero ninguno aceptó. Al parecer no contaba con suficiente gasolina y el bombero de la gasolinera de Guararé que lo apreciaba, no le quiso despachar por el estado de ebriedad en que se encontraba, se cree que regreso a Las Tablas por la gasolina.
Fue Ricardo González de La Laja, a quien todos conocimos con el apodo de 'Boca de sopa', mecánico y transportista, quien recogió el cuerpo sin vida del artista.
José Vergara nació en la capital y se graduó en el Artes y Oficios. Quienes lo conocían, lo consideraban santeño, porque su madre, doña Celina Durán, era oriunda de Paritilla y él se identificaba siempre como tal.
Aunque a inicios de los años sesenta, formó un conjunto; formalmente José Vergara participó en el conjunto El Progreso de Rey Henríquez, cuya cantante era la muy recordada artista, Hildaura Saucedo.
Conversando con Alfredo Escudero, me refirió una anécdota muy simpática. Me dice Fello: “Siempre desde muchacho me gustó la música de José Vergara. En una oportunidad, cuando yo tenía como 14 años, a José Vergara lo buscaron para amenizar las cuatro noches de las fiestas patronales de Bajo Corral. Para ese tiempo, ya yo me aplicaba afinando los acordeones.
Una de esas noches escuché que el acordeón de José estaba 'desafinao' y no había cómo llevarlo al afinador por la falta de transportes, por lo que le dije a Dionis Durán, quien era parte del conjunto, que le dijera a José que yo le arreglaba el acordeón, dudó un momento, pero Dionis le dijo: Tranquilo, yo conozco al muchacho, es muy serio. Me llevé el acordeón a Quebrá Grande y al día siguiente, regresé con el instrumento arreglado, con lo que quedó muy contento y de allí en adelante, fuimos grandes amigos a pesar de la diferencia de edad”.
José Vergara triunfó en muchos pueblos del país, en centros de diversión citadinos como el Club Ticeño y fundó el conjunto Sentimiento Campesino. Lo acompañaron cantando, la inmortal Luci Jaén, con quien grabó en el sello Grecha, dos acetatos de 45 revoluciones, las piezas: Rosarito en Pedasí, Imperio Ríos, Calle Arriba y Calle Abajo y Así es mi tierra.
Se recuerdan sus inmortales interpretaciones de: La Loma de la “Sajina”, Recuerdos de Paritilla, El Caso de Compa Chelo, El Niño Moyito y su Caballo, Nadie me Quiere, Carnaval en Ocú, Chanita Garcia, Club Tableño, Tu vida y la mía, Fermina Ureña, Club Tableño, Las Cocobolas, Inspiración de mi acordeón, Pueblo Nuevo, Parrandeando con mis amigos, Quiéreme mucho mi vida, Recuerdo de los Asientos, entre muchas otras y en las cuales lo acompañaron cantando, Dorita Peña, Lidia Garcia, Rosa Evelia Cuti Tello y Nery Vergara, respectivamente.
José Vergara, en su corta vida artística, logró impresionar favorablemente a quienes lo escuchaban y observaban como interpretaba su acordeón. Se hizo famosa la forma en que se colocaba su sombrero a la “pedrá”, su forma de manejar el fuelle del acordeón, lo mismo que el estilo y elegancia con que piezas compuestas en violín se escuchaban tan hermosas, en su acordeón. Hay muchas personas de la época como este servidor que se atreven a comparar su estilo escénico y forma de interpretar nuestras cumbias, con la de Alfredo Escudero, Eráclides Amaya y con la forma pulcra de interpretación de Dorindo Cárdenas y Oscar Carrasco.
Con las repentinas muertes de José Vergara, Severito Batista y Gelo Córdoba, se nos derrumbaron tres columnas muy importantes de la música de la región del Canajagua; en la época en que más los necesitábamos, porque era en la que se daba a conocer e impulsaba, ya con algunos cambios básicos que le darían la fisonomía y características propia con que cuenta hoy la cumbia panameña.