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- 12/03/2025 00:30
Kozak sugiere
Michael Kozak es un veterano diplomático estadounidense, asesor del presidente Trump para Asuntos del Hemisferio Occidental. A propósito de la tensa relación que tenemos con su jefe, ¿sería posible que nos brinde ideas para que Panamá aproveche bien la situación? Si lo hiciera, ¿tal vez Kozak diría algo como lo que aparece a continuación?
Apreciados panameños, sé que no faltará quien afirme que yo no escribiría estas cosas, pero lo haré. Conozco su país muy bien, pues en 1978 participé en las exitosas negociaciones del Tratado Torrijos-Carter y diez años después en las fracasadas para que Noriega se retirara pacíficamente y evitar la invasión.
En relación con la situación actual entre nuestros países, siento que les conviene ceder un poco, para estar luego en posición de reivindicar aquello que nos sea sencillo otorgarles y beneficie.
El presidente Mulino y yo sentimos aprecio mutuo. Lo recuerdo treintañero, dirigente de la Cruzada Civilista a finales de los años ochenta y luego en su rol de vicecanciller y canciller a inicios de los noventa.
Por eso, hace unas semanas, aquella tarde del 1 de febrero cuando nos vimos y abrazamos con complicidad, noté que tras las apariencias y las cortesías indispensables de las delegaciones, en Palacio había un frustrante ambiente de confusión. ¡No era para menos!
Por un lado, en septiembre de 2024, Mulino fue recibido en Nueva York por un amistoso presidente Biden. Indicó que consideraba a Panamá un top partner (aliado principal). Por otro lado, en enero de 2025, durante su toma de posesión, Trump formaliza un plan amenazador para recuperar el canal. Semejantes cambios de postura dejan turulato a cualquiera. Por eso, con humor, le dejé claro mi deseo de colaboración y dije: “Hang on Joe! This ain’t your first rodeo” (resiste José, que no eres novato).
Entendamos que la amenaza de mi jefe no es improvisada, sino que responde a un ciclo histórico. Es geopolítica que es necesario comprender y se remonta a la conferencia de Yalta, celebrada en 1945, poco antes del fin de la guerra. Cuando ya era inminente la derrota de sus enemigos, Stalin, Churchill y Roosevelt negociaron, se repartieron el mundo e iniciaron la Guerra Fría que rigió hasta el colapso soviético de 1991.
Luego, del año 2000 hasta hoy, China entra en escena. Pasa del 3 % al 36 % de la manufactura global, porque mucha producción estadounidense se mudó hacia allá. Acumuló un poder extraordinario y es por eso que Trump promete a sus bases “hacer grande a América nuevamente”. Durante igual período, Putin lidera su país diciendo lo mismo con palabras distintas. Su régimen autocrático ofrece “restablecer la gloria perdida de la madre Rusia”. Ochenta años después de la Conferencia de Yalta, Trump, Putin y Xi Jinping protagonizan el tenso tira y jala de un nuevo modelo mundial en que los tres batallan con aranceles y discursos, más que con balas.
Panamá es una pieza clave de esa tensión y para reducirla ya ustedes aceptaron no renovar el acuerdo suscrito con China en 2017, con el cual se incorporaron a la “Iniciativa de la franja y la ruta”, nombre de la nueva “Ruta de la Seda” y estrategia de desarrollo de infraestructura global de ese país. Ante ese importante gesto hacia nosotros, ¿qué movida pueden hacer ustedes ahora? Con respeto, tengo dos sugerencias.
Podrían solicitarnos mitigar el impacto de la rebaja progresiva de los aranceles de introducción de nuestros productos agropecuarios a Panamá. Según sus agricultores, pronto “inundaremos” su mercado debido al Tratado de Promoción Comercial, ya en vigor entre nosotros hace doce años. Los capítulos 3 y 19 de ese acuerdo permiten cierta flexibilidad que daría un respiro a su agro.
Por otro lado, ya que un tercio de los hogares panameños no tiene acceso a internet, recomiendo que, por mi amigable conducto, pidan a Elon Musk una enorme donación del equipo y el servicio de su empresa Starlink. Eso mejorará mucho la vida del pueblo sufrido, que pierde muchas oportunidades de educación y empleo, debido a la desigualdad creada por la brecha digital.