La administradora de la ATP, Gloria De León, explicó que cuando salen a posicionar a Panamá, lo hacen resaltando estás cualidades y otras como la biodiversidad...
En estos días que marcan el cierre de un año y la transición hacia uno nuevo, cuando el tiempo parece aflojar su paso y la conciencia se vuelve más permeable, una noticia como el Premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado el pasado 10 de diciembre en Oslo, no se recibe solo como información, sino como un símbolo que invita a detenernos y mirar con mayor presencia lo que significa liderar desde la verdad y no desde la comodidad.
Más allá del reconocimiento internacional, lo que este hecho pone sobre la mesa es una verdad esencial y es que el liderazgo auténtico no se construye desde el poder externo ni desde la urgencia del resultado, sino desde una coherencia interior que se cultiva en silencio, en escucha profunda y en fidelidad a los valores que nos sostienen incluso cuando el entorno presiona para ceder.
Este cierre de año nos encuentra inevitablemente revisando decisiones, renuncias y silencios y su ejemplo nos confronta con una pregunta más honda que cualquier balance: ¿Qué tan alineados estamos con nuestros principios cuando ya no es cómodo defenderlos?, porque la convicción no se revela en la calma sino en la tormenta, y es ahí donde el carácter se muestra sin disfraces.
He aprendido que la coherencia no es un lugar al que se llega, sino una práctica diaria, un acto íntimo de liderazgo personal que exige escucharse con honestidad incluso cuando lo que emerge incomoda, porque liderar no es mostrarse fuerte todo el tiempo, es tener el coraje espiritual de no traicionarse.
Por eso, si este final de diciembre nos encuentra más sensibles, más introspectivos o menos festivos de lo esperado, no es señal de debilidad, es señal de conciencia, y la conciencia también es liderazgo, porque solo quien se permite sentir puede elegir desde un lugar más humano, más compasivo y más verdadero.
A veces lo más valiente no es celebrar sino comprender, no es correr hacia adelante sino caminar con respeto por lo que duele y por lo que aún no se manifiesta, sabiendo que solo cuando nos detenemos a escuchar podemos alinearnos con la voz más profunda de nuestro ser.
Que el 2026 nos encuentre más conectados con nuestra esencia que con nuestras urgencias, más atentos al silencio que a la prisa, porque cuando el alma lidera, las decisiones se ordenan y la vida vuelve a caminar con sentido.