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- 29/11/2024 00:00
La historia reciente pesa más
Un grupo pequeño de accionistas, de esos que viven de los beneficios repartidos a corto plazo y con directivas que ganan sueldos astronómicos, que manejan bonos de alto rendimiento y viven de la proliferación de instrumentos financieros con “operaciones de autocartera” han iniciado una narrativa de miedo, propia de los regímenes totalitarios, para encadenar a la “mayoría de los panameños” en las nuevas reformas del seguro social bajo el argumento que no hay plata para pagar las jubilaciones el próximo año.
La deuda pública es el motor que impulsa las nuevas oleadas de expropiaciones en el capitalismo financiarizado panameño y es esencial que los diputados comprendan que, a lo largo de la historia, los problemas de deuda pública se han resuelto de diferentes maneras, que no existe un método correcto y único. Podríamos recordar la revolución francesa y la “bancarrota de los dos tercios”.
Detrás de las cifras y respuestas para salvar a la Caja, hay un conflicto social, un conflicto político: no le debemos plata a la Galaxia 51; se trata de deuda que hay que tratar en el ámbito político. La perspectiva histórica “nos permite ver más posibilidades y darnos cuenta de que las situaciones son menos aterradoras de cómo las pretende pintar “la tiranía de la minoría”.
Thomas Piketty investigador de la Escuela de Economía de París, publicó en el 2013, El Capital en el siglo XXI. Se trata de una gran investigación sobre el proceso de acumulación del capital, donde denuncia la constante acumulación del capital y el consiguiente aumento de las desigualdades en los países. Piketty crítica severamente la ortodoxa “pasión infantil por las matemáticas y las especulaciones puramente teórica y con frecuencia pletórica de ideología, en perjuicio de la investigación histórica”, que dispone de la profesión [...] de producir grandes cantidades de resultados teóricos sin saber cuáles hechos requieren ser explicados” (Piketty, 2014: 31-32). Algún panameño puede añadir que es la visión de las matemáticas para subirle la edad de jubilación, exigirle sacrificios y condonar la deuda a los empresarios y partidos políticos que gobernaron.
En 2020, Goldman Sach Group acordó pagar 2900 millones de dólares a las autoridades de Estados Unidos y 3900 millones al gobierno de Malasia por el escándalo de malversación de su fondo soberano en Wall Street. Esperemos que el “lobo de Wall Street” no inspire la película versión panameña de “los cuatreros de avenida Balboa”.
Todos sabemos de las bancarrotas de países por las jubilaciones por cuentas individuales manejadas por Administradora de Fondos de Pensiones privadas luego de la quiebra de Lehman Brothers en el 2008 y la subsecuente Crisis Financiera mundial.
El sistema solidario del seguro social en Panamá ha funcionado a media máquina y no la han podido quebrar a pesar de la debilidad institucional en la que la enmarcaron los partidos políticos para ser proveedor de licitaciones en sobrecostos, financiar el costo de los pacientes no asegurados y para no exigir el pago de las cuotas obrero-patronal a los gobiernos locales. Si hubieran pagado el impuesto de la fibra óptima y las cuotas obrero patronales a tiempo no estuviéramos en apuros y en sesiones extraordinarias en la Asamblea Legislativa.
Regresar al sistema solidario nos permite estar en pie de combate hasta el 2038. Estamos en una crisis económica aunada a una transición demográfica y con variantes geopolíticas (cisnes negros revoloteando cerca) que pone en peligro la democracia panameña. No existe una única solución definitiva para salvar el programa de invalidez, vejez y muerte.
La historia reciente, los “conflictos recientes” demuestran que los mercados volátiles y las jubilaciones por cuentas individuales como el actual anteproyecto de reforma al Seguro Social, gestionan movilizaciones ciudadanas como ocurrió con el caso de la minería en octubre de 2023. La bolsa no miente, y la historia reciente pesa más que las matemáticas que usan en búsqueda del premio nobel de finanzas.