Las adhesiones al protocolo del Tratado de Neutralidad del Canal

  • 09/09/2025 00:00

Frente a las nubes oscuras que desde el norte se abaten sobre Panamá y nuestro Canal, debemos registrar un fenómeno inverso, las nuevas adhesiones al protocolo del Tratado Concerniente a la Neutralidad Permanente del Canal y al Funcionamiento del Canal de Panamá. Constituyen un gran logro diplomático del gobierno del presidente José Raúl Mulino, debemos reconocerlo.

Este éxito refuerza la opinión de aquellos que creemos que una de las funciones esenciales del jefe de Estado panameño –casi ausente en el quinquenio pasado- es también salir para encontrarse más a menudo con sus homólogos extranjeros y asimismo promover a nuestro país que depende tanto del exterior para su prosperidad y su seguridad. Fue el propósito de los recientes viajes presidenciales a Brasil y a Japón.

El Tratado de Neutralidad tiene como objetivo primario establecer el régimen de libre tránsito por el Canal y su neutralidad, sin discriminación alguna, que sea perfectamente compatible con la seguridad y la integridad de Panamá. La metáfora de realpolitik del general Omar Torrijos sobre el «paraguas del Pentágono», reconocía una realidad evidente, que el ejército más poderoso del mundo era instrumento de uno de los garantes del Tratado de Neutralidad para reabrir el Canal solamente si estuviese cerrado por acciones hostiles de una o varias potencias. Por ello, sus naves de guerra tienen paso expedito. Hay que insistir en una interpretación que salvaguarde nuestros derechos más preciados: nuestra independencia y nuestra integridad territorial, incluyendo nuestra soberanía sobre el Canal de Panamá.

Así lo comprendieron las primeras potencias que se adhirieron al Protocolo del Tratado de Neutralidad, pacto bilateral que entró en vigencia el 1 de octubre de 1979. El primero y ese mismo año fue Vietnam, al que no podemos acusar de ser títere de Estados Unidos después de haber soportado una cruenta guerra que lo devastó, con millones de víctimas. Lo hicieron 35 Estados en la década de 1980: Argentina, Chile, Ecuador, Uruguay, Jamaica, República Dominicana, Venezuela, Costa Rica, Guatemala, Reino Unido, Noruega, Rusia, Alemania, Dinamarca, Suecia, España, Israel, Egipto, Túnez, Arabia Saudita, Corea del Sur, Filipinas, entre otros. Mientras que en la década de 1990 lo hicieron 4: Marruecos y Paraguay en 1990, Italia en 1995 y Francia en 1999. Durante 25 años no hubo adhesiones, hasta ahora, cuando lo anuncia Brasil, primera potencia de Latinoamérica, de gran peso global, que aplaude el impecable cumplimiento panameño de dicho tratado.

Al abrir el protocolo del Tratado de Neutralidad a la adhesión de todos los Estados, Panamá y Estados Unidos hacen partícipe, a toda la comunidad internacional, de una responsabilidad que deberán compartir y a la que deberán rendir cuentas sobre las acciones que tomen. Hoy hay 41 Estados vigilantes del comportamiento de Estados Unidos y de Panamá. Un Canal que se transfirió a Panamá el 31 de diciembre de 1999 y que mejoramos y ampliamos para duplicar su capacidad con un tercer juego de esclusas inaugurado en 2016.

Ojalá otras potencias se adhieran pronto al protocolo del Tratado de Neutralidad, respondiendo a solicitudes formales del presidente Mulino y del ministro Martínez-Acha. Pienso especialmente en Colombia, México y Perú (lo evalúa), los vecinos más cercanos, y, en los más lejanos, como Japón (lo analiza), Turquía, India, Pakistán, Indonesia, Tailandia, Nigeria, Angola, Tanzania, Australia y Sudáfrica, por lo menos. En 1995 propuse, como vicecanciller, al ministro José Ángel Gurría en la Cancillería mexicana, la adhesión de su país al protocolo del Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá y respondió que lo estudiarían. México tiene ahora la oportunidad de montarse en el tren de la solidaridad con Panamá y de adoptar enseguida una causa universal respetable.

Algunos, más apegados a la China Popular, exigen la denuncia del Tratado de Neutralidad que nos protege a todos. Es el único miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU que no se ha adherido al Protocolo, aunque en 2022 la ministra Mouynés acordó con el canciller chino, Wang Yi, “establecer una mesa técnica de negociación que evaluaría los mecanismos para implementar dicha adhesión”, lo que la embajadora china en Panamá parece ignorar.

Se han desmontado narrativas exageradas y hasta históricamente falsas de la dirigencia de la superpotencia con una agenda intervencionista, que soslaya el derecho internacional y ataca sin razón a Panamá al sostener también una supuesta presencia china comunista en el Canal, obviamente inexistente. Olvida, además, que la ratificación del Tratado de Neutralidad (68 a 32) contó en 1978 con muchos votos de senadores republicanos y el fuerte apoyo del ícono de la derecha estadounidense, John Wayne, personaje que ayudamos en esa tarea desde su casa en Newport Beach, California.

Recuerdo vivamente la afirmación de los militares estadounidenses, generales y coroneles, que encontrábamos en nuestras reuniones de negociación en Panamá, Contadora y Washington de 1974 a 1977, que el Canal era indefendible sin un pueblo pacífico y satisfecho alrededor. El Estado Mayor Conjunto en cuyo salón de reuniones negociábamos -en el centro del Pentágono- estimaba que en caso contrario necesitarían hasta 100.000 soldados para defenderlo, sin garantías de éxito. Hoy, más que nunca, debemos recordar esa hipótesis plausible, la sabia afirmación militar y escuchar la voz de los países que pueden advertir a Panamá y sobre todo a Estados Unidos que deben comportarse correctamente para mantener la paz y la seguridad en una vía marítima esencial para el transporte y el comercio mundial.Más información en mis libros: Reflexiones sobre Panamá y su destino de 1990 a 2024 (disponible en www.omarjaen.com.pa) y Las Negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter 1970-1979 (2005)

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