• 22/10/2023 09:40

Los límites existen

Tus derechos terminan donde empiezan los míos

A pesar de todo el tiempo que lleva el país debatiendo el contenido del nuevo contrato con Minera Panamá, desde diversos sectores, activistas radicales vuelven a fomentar enfrentamientos con el único propósito de crear un caos y una zozobra que a todos nos hará un daño irreparable.

De nada han servido las explicaciones y consultas sobre los grandes beneficios alcanzados, siempre defendiendo los intereses nacionales. Olvidan cómo se beneficiarán las finanzas del Seguro Social, y que crecerán las jubilaciones de los panameños que menos recursos reciben cada quincena. 

Nada les importa que miles de compatriotas que habitan poblaciones vulnerables en zonas remotas, directa e indirectamente, ya hayan obtenido un trabajo seguro y bien remunerado, con beneficios concretos para ellos y sus familias.

Entiendo que se pudieron exigir cientos de otros beneficios adicionales. Sin duda alguna. Pero, en la circunstancia actual, y respetando la seguridad jurídica internacional, lo plasmado en el contrato respeta nuestra Soberanía, es extraordinariamente beneficioso para Panamá y un gran paso en la dirección correcta. No olvidemos que la Minera está entre nosotros, desde hace muchos años, que ha realizado importantes inversiones en el país, y que urgía normalizar su presencia legal en el territorio.

Regresando a la razón original de estas reflexiones, recuerdo que en una verdadera Democracia, como la que gracias a Dios disfrutamos, las protestas son permitidas y respetadas. Forman parte del rejuego de las ideas, y de los recursos a los que sectores específicos, pueden recurrir para plasmar sus insatisfacciones. Sin embargo, por mucho que los radicales crean que la razón está de su lado; esa circunstancia por sí misma, no les autoriza a pasar por encima de los derechos de otros.

Muy claro lo ha dicho la Cámara de Comercio: el cierre de vías es nefatos, y perjudica a miles de compatriotas. El tema de los tranques, la violencia con la que algunos están cercenando el libre tránsito consagrado en la Carta Magna, es algo que ya tiene que llevarnos a una seria reflexión. 

En nombre del Derecho a expresar mi malestar, ni debo ni puedo, afectar la calidad de vida de mis conciudadanos. Empresarios y trabajadores, todos por igual, estamos aportando estadísticas sobre el daño real ocasionado diariamente a miles de inocentes, y sobre la baja de ingresos en la actividad de pequeños y grandes comerciantes.

La gente se cansa, y esa sensación de sentirse abusado, cambia sentimientos y transforma a las personas. Pruebas las vivo todos los días en nuestras calles, donde la violencia e impaciencia está enfrentando a hermanos contra hermanos. Por ello, considero que ha llegado el momento de dejar de abusar de las personas buenas. Muchos de ellos han perdonado el maltrato sufrido, pero están a punto de estallar.

Busquemos hacernos sentir, pero con cordura y sensatez. Estamos a tiempo de respetar a los demás, para que nos respeten. Sigamos considerando el valor de todas las opiniones y trabajando en construir caminos de acercamiento, antes de que todo se salga de control y de que reaccionen los que han perdido negocios y dinero, los que tantas veces fueron retenidos contra su voluntad en las carreteras, calles y corredores, a los que se les impidió llegar a una cita médica o los que perdieron sus trabajos porque sus jefes no toleraron una tardanza más. Avancemos, que un futuro próspero nos espera. A tiempo, estamos.

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