Ante la compleja situación social y política que atraviesa nuestro país la Conferencia Episcopal Panameña, el Comité Ecuménico y el Comité Interreligioso,...
- 28/11/2013 01:00
La máxima felicidad
EL dramaturgo venezolano Isaac Chocrón escribió, hace varios años, una obra llamada ‘La máxima felicidad’. El argumento de la pieza gira en torno a un trío de seres desarraigados, que se debaten entre soledades compartidas y el deseo, nunca satisfecho, de encontrar ese estado pleno de armonía definido como felicidad.
‘La máxima felicidad’ referida en la pieza, se traduce en metáfora de vida, en ‘anhelo constante’, que no cesa y que da aliciente para la lucha y la búsqueda de ese supremo objetivo: ser feliz.
La Revolución Bolivariana, inspirada en el pensamiento y la acción del Libertador y Prócer nuestro americano, Simón Bolívar y en su gesta emancipadora y anticolonial; le ha dado a la palabra felicidad un sentido esencialmente liberador, protegiendo sectores que, en tiempos pasados, no conocían y mucho menos disfrutaban de un nivel de vida que les garantizara, no digamos la máxima felicidad, pero al menos ‘la necesaria’, lo que equivale a decir, el derecho a vivir con dignidad.
La creación de un Viceministerio para la Suprema Felicidad Social, recientemente anunciado por el presidente venezolano Nicolás Maduro, se presenta como expresión clara y concreta de una política definitivamente orientada a darle a la población, ‘la mayor suma de felicidad posible’, sentido anhelo bolivariano. Sectores de oposición al gobierno revolucionario, entre burlas e insensibilidad, se preguntan con su habitual ignorancia: ‘¿un ministerio para la felicidad?... ¿y con qué se come eso?’.
El presidente obrero Nicolás Maduro Moros, en sus habituales jornadas de gobierno en la calle, rodeado de la gente humilde y sencilla que le confirió la responsabilidad de conducir los destinos de la Patria, luego de la desaparición física del Comandante Eterno, Hugo Chávez, ha dicho que la felicidad que atenderá el nuevo despacho, es la que, a lo largo de catorce años, ha construido la Revolución junto al pueblo.
Esa felicidad, ha señalado Maduro, se palpa en las cifras recopiladas por la FAO, en las que se evidencia el descenso vertiginoso de los índices de desnutrición entre los habitantes de un país, los cuales en el pasado llegaron a ser alarmantes.
Las historias de niños ‘alimentados’ con ‘Perrarina’ (comida para perros) y de bebés ‘nutriéndose’ con teteros elaborados con el agua sobrante de los espaguetis, son contadas por madres y padres que les tocó vivir el llamado ‘puntofijismo’, cuando los partidos Acción Democrática y Socialcristiano se repartían el botín petrolero, en los años 60,70,80 del siglo pasado.
Con la llegada de Hugo Chávez al poder (1998) este panorama cambió radicalmente, pues la aprobación de la nueva Constitución (1999), sentó las bases de un orden social, político y económico, que otorga al pueblo el rol ‘participativo y protagónico’ que gobiernos anteriores le habían negado.
Educación, salud, alimentación fueron los pilares sobre los cuales se edificó el nuevo Estado, en una audaz política que hizo de las misiones sociales el eje transversal que permitió, en pocos años, alfabetizar a millones de personas, atender de manera gratuita y permanente a gran parte de la población, que requería servicio médico y poner a su alcance alimentos de la mejor calidad, a precios más que accesibles.
Esa felicidad, según parece, es la que no entiende cierta oposición venezolana, que prefiere refugiarse en sus idílicos condominios de Miami y añorar los días en los que estudiar, estar sanos y comer tres veces al día, eran derechos negados al noventa por ciento de sus compatriotas.
Seguramente el dramaturgo Isaac Chocrón, al escribir su obra, no pensó en la categoría que estaba creando como referencia de los niveles de vida satisfactoria y plena de las personas. Esa es una de las cualidades del arte: ser testigo de su tiempo y visualizar lo que el común de los mortales, pudieran no percibir.
Hoy, ‘La máxima felicidad’ es, en Venezuela, mucho más que el título de una exitosa obra de teatro. Es la certeza de un país que decidió, con su pueblo, salir a escena para ser libre, próspero y soberano.
PERIODISTA, ANALISTA COMUNICACIONAL.