• 29/01/2021 00:00

Mi experiencia en el 'Concorde'

“Ojalá que en el futuro (después que pase la pandemia) las grandes compañías del transporte aéreo puedan sacar aviones con la velocidad del “Concorde” […]”

El ciudadano, con toda justificación, está pendiente de los estragos que viene haciendo la COVID-19 en Panamá y en el mundo entero.

Los medios de comunicación vienen informando todos los acontecimientos que se vienen dando: los incumplimientos de la Pfizer, los choques entre los funcionarios de salud por las pocas vacunas que llegaron, los casos nuevos y los sensibles fallecimientos.

Ante ese panorama, tan doloroso y preocupante, pensé darle un “respiro” al público lector, escribiendo algo distinto. Se me ocurrió, que tal vez, podría ser de interés para el lector que narrara mis experiencias en el “Concorde”, avión que ya no existe, y el cual no más de cinco panameños lo pudieron utilizar.

En dos ocasiones, acompañado por mi esposa, tuve la oportunidad de hacer viajes en el “Concorde”, que era, es y sigue siendo, el avión más rápido que existía. Viajé de París a New York, en solo tres horas y 20 minutos. También lo utilicé para ir de Londres a New York con una corta parada, para seguir a Miami.

La primera impresión al entrar al avión supersónico no fue buena, me sentí decepcionado. Daba la sensación por su estrechez, de estar en un DC3. Sin embargo, muy pronto me iba sintiendo más cómodo. Los asientos eran especiales, acondicionados para el cuerpo. La atención que daban las aeromozas era excelente. La comida gourmet era exquisita, los licores y vinos eran muy variados y de la mejor calidad. Una vez el avión alcanzaba su altura de 80 mil pies, donde no hay ningún tipo de turbulencia, lo que hace el viaje sumamente placentero. Cuando el “Concorde” rompía la barrera del sonido (M-2) solo se sentía una muy ligera vibración que duraba apenas un par de segundos. Su alto consumo de combustible y la exigencia de muchos países que pedían que bajaran su velocidad, por el ruido que hacían, afectó mucho el interés de los pasajeros. Su capacidad era muy limitada, solo 90 personas y muy poca carga.

Inglaterra y Francia, que fueron los fabricantes y dueños del avión, sufrieron fuertísimas pérdidas y estaban estudiando la manera de cancelarlo del aire, porque no era un negocio rentable. La ocasión se les presentó algunos años después, al producirse un accidente, saliendo el avión de París, en el accidente murieron todos sus pasajeros.

Duele mucho que el retiro de sus vuelos se hiciera después de un trágico accidente.

Como manifesté, fui uno de los pocos panameños que pude viajar en el “Concorde”, se podía almorzar en París o Londres y cenar en New York.

Ojalá que en el futuro (después que pase la pandemia) las grandes compañías del transporte aéreo puedan sacar aviones con la velocidad del “Concorde”, corrigiendo sus errores y aplicando la nueva tecnología.

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