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- 04/09/2023 00:00
Momentos históricos decisivos
El próximo jueves, 7 de septiembre, marca 46 años de la firma de los Tratados Torrijos-Carter. Sin duda alguna es uno de los acontecimientos más decisivos en la vida nacional. En algún momento anterior a esa firma decía Omar Torrijos, palabras más, palabras menos, que “la paciencia del pueblo panameño tiene su límite”, en referencia a la presencia de los Estados Unidos en la Zona del Canal y la demora en llegar a un acuerdo entre las dos naciones. Al hablar de la época en que se logra ese acuerdo que llevó a la firma de los Tratados mencionados (período de los militares), marca un desbalance del temperamento de los de entonces con los de ahora “en democracia” al negociar y aprobar en defensa de la dignidad nacional.
Hay un asunto mucho más peligroso que puede afectar la salud social en cualquier momento: El abuso de los corruptos y la redefinición de los límites de la paciencia ciudadana. Algunos diputados, personeros del Gobierno, empresarios que se benefician del Estado, etc., han perdido el miedo, la timidez, el respeto y la decencia. Sí, la decencia. (RAE: Decente: honesto, justo, debido (…) que obra dignamente.), y no defino los otros calificativos solo por guardar espacio.
Los actores del sistema político están “desatados” (como decimos folclóricamente aquí en Panamá), están bailando con gozo definiendo las reglas del juego para su beneficio, sin que parezca que haya oposición seria y fuerte de parte de los que no estamos de acuerdo. Se burlan, obran alrededor y enroscado con cuestionable, lo ilegal y peligroso, desafiando el temperamento del resto del país.
Con el tema del contrato minero, la falta de oposición real y determinante en el seno de la Asamblea es tan evidente, que los diputados nacionales (por ejemplo) que juegan –o se prestan- para rediseñar las leyes y los reglamentos a su favor (no en favor de las mayorías), se divierten con su poder en desvergüenza y sin reparos en detrimento del bienestar de la Nación y de sus ciudadanos.
No están tanteando los límites de conciencia ni probando hasta dónde dan. Sencillamente, no los reconocen o para ellos ya no existen. En inglés le dicen “pushing the envelope” (“empujar el sobre”, significa superar los límites normales o intentar algo visto como radical o arriesgado. Proviene del uso aeronáutico de la envolvente que se refiere a los límites de rendimiento que no se pueden superar de forma segura”), Metafóricamente, en corto: “explorar las demarcaciones de una situación”.
Pero aquí, nuestras autoridades no tienen intención de cerrar filas contra un adversario externo que se quiera aprovechar del Estado y de los bienes que nos pertenecen a todos. Cuando no respetamos la cuota de poder para el ejercicio de una función en particular y, cuando no entendemos que es temporal, puede suceder -como generalmente sucede- que abusamos de su manejo y como señala el famoso dicho, corrompe absolutamente, particularmente cuando es absoluto. El poder casi siempre se puede emplear para hacer el bien, pero por algún raro impulso que tiene que ver con las más bajas motivaciones humanas, la gran mayoría obra en detrimento del bienestar de aquellos que sus influencias afecta directa e indirectamente.
Ya antes lo había señalado, la historia está llena de capítulos de poder y liderazgo que, después de pasar el escrutinio histórico, escasamente enaltecen el legado del personaje. El reconocimiento supremo y relativamente objetivo es el que otorga la valoración histórica, muchos años después de una gestión. Mientras tanto y, durante su presencia pública, les conviene entender que lo importante es servir, servir al pueblo con dignidad y respeto; en especial los elegidos por sufragio. Hacerlo con humildad y decencia, con pasión y con el único propósito de mejorar la condición humana de toda la sociedad.
Este es otro momento decisivo para hacer lo correcto, para servir a la Patria. Tengan cuidado, los pueblos no son bobos y su paciencia no es eterna. Sus actos y sus declaraciones de “trabajar en nombre de los pueblos” no les servirán para siempre. Tengan dignidad patriótica, el contrato minero que están a punto de aprobar no es beneficioso para la salud general ni para el futuro del país y en algún momento, tendrán que rendir cuentas por los daños causados y por las traiciones en que han incurrido. Así quedarán en la historia.