• 07/11/2008 01:00

El país del ‘no pasa nada’

El derrocamiento de la dictadura militar y del PRD, tras 21 años de oscurantismo, significó para nuestro país el retorno de la democraci...

El derrocamiento de la dictadura militar y del PRD, tras 21 años de oscurantismo, significó para nuestro país el retorno de la democracia y la civilidad.

Para muchos esos logros han sido suficientes para que podamos vivir a plenitud dentro de un Estado de Derecho, donde reine el imperio de la ley, y no la imposición o su aplicación selectiva, según los intereses del gobernante de turno.

Un país donde se brinde una educación acorde a nuestros tiempos y se provea un servicio de salud pública eficiente. Un país donde exista la seguridad jurídica necesaria para que la empresa privada pueda invertir libremente, para así generar riqueza y producir empleos bien remunerados, que a diferencia de las medidas populistas a las que nos ha acostumbrado este Gobierno, representan verdaderas soluciones para que la mal llamada “repartición de la riqueza” se convierta en una verdadera y esperanzadora repartición de oportunidades para que todos los ciudadanos, y en especial de los más pobres, para que puedan superarse y desarrollarse bajo parámetros basados en el conocimiento, la eficiencia, la competitividad, la solidaridad, el esfuerzo y el emprendimiento.

Lamentablemente la realidad ha sido otra. La falta de fortaleza y de credibilidad de nuestras instituciones está llevando a nuestro país por senderos peligrosos de frustración ciudadana y deterioro institucional, que en no pocos países de nuestra Latinoamérica, en circunstancias similares, han llevado al poder a individuos con inclinaciones totalitarias que terminan por desmantelar el sistema democrático, reemplazándolo por uno totalitario. Los ejemplos de Venezuela, Ecuador y Bolivia, nos debieran llevar a poner nuestras barbas en remojo.

En el país del “no pasa nada” la administración pública y el Estado de Derecho han colapsado, a tal punto que lejos de brindar los servicios públicos básicos a la ciudadanía con un mínimo de eficiencia y seguridad, la han convertido en torturada esclava de un vil y mortal burocracia, que lejos de brindar un sistema de transporte, educación y salud, provocan muerte y desolación a la ciudadanía. La tragedia de las personas fallecidas dentro de un bus incendiado y el centenar de personas envenenadas por la CSS son claros ejemplo de esto, con el agravante de la impunidad provocada por el encubrimiento gubernamental de los funcionarios responsables.

En el país del “no pasa nada” estatuas estatales desaparecen, cual espectáculo mágico en Las Vegas sin que nadie vea, oiga o diga nada, siendo fiel a ese estribillo publicitario que dice “what happens in Vegas stays in Vegas”. Millones, que debieron invertirse en educación, se pierden en el FECE y se pagan a empresas fantasmas para remover una fibra de vidrio que todavía permanece afectando a los estudiantes, a pesar de haberse cancelado los trabajos supuestamente realizados.

En el país del “no pasa nada” un delincuente de cuello blanco, prófugo de la justicia por más de quince anos, condenado varias veces por peculado regresa al país en avión privado y se le recibe cual estrella de rock, y se le da casa por cárcel, gracias a su cercanía al partido gobernante. Y cuando pareciera que se hubiera llegado a la más grande de las aberraciones, en el país del “no pasa nada”, el presidente Torrijos decide mantener en el cargo a un ministro de Estado acusado de homicidio, demostrando claramente su nulo compromiso con la justicia, la democracia y la libertad, principios por los que muchos de nosotros luchamos para recuperar de manos de aquellos que, como él, gozan hoy de las libertades que nunca se sacrificaron por obtener, muy por el contrario, fueron beneficiarios directos de la opresión de todo un pueblo.

Me rehusó a vivir en el país donde no pasa nada. Panamá se merece un mejor futuro.

Espero que el pueblo panameño esté consciente de que los actuales gobernantes, que han ejercido el poder en este país durante 30 de los últimos 40 anos, 21 de ellos totalitariamente, no son los que harán que aquí no siga pasando nada.

En las próximas elecciones el pueblo tomará una decisión muy importante. Seguir viviendo en el país donde no pasa nada o escoger un gobierno de manos limpias.

Ya yo tomé mi decisión. Sólo me queda esperar que el pueblo panameño tome la suya, sin equivocarse.

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