• 17/12/2010 01:00

Panamá en competencia educativa con los grandes

Por primera vez Panamá participa en la evaluación de sus resultados educativos, a la par de las naciones del mundo que mayores progresos...

Por primera vez Panamá participa en la evaluación de sus resultados educativos, a la par de las naciones del mundo que mayores progresos registran en los aprendizajes. En efecto, nuestro país decidió integrase a la prueba PISA (Programme for International Student Assessment) en el 2009. Esta prueba es administrada por la OCDE (Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico), cada tres años, desde el 2000 y evalúa las competencias obtenidas en los estudiantes de 15 años en las áreas de matemáticas, ciencias y lenguaje, no solo en contenidos curriculares sino también en desempeño para la vida. PISA permite dar a conocer los países cuyos estudiantes han logrado los mejores promedios y, al mismo tiempo, se convierte en un distribuidor de oportunidades que, cual espejo de varios lados, muestra a los menos favorecidos en los resultados, el tamaño de la ambición y esfuerzo que debe realizar hacia el futuro.

De los 65 países participantes, alcanzaron el mejor desempeño: Shangai - China, Corea, Finlandia, Hong Kong - China, Singapur, Canadá y Nueva Zelanda. Panamá ocupó la posición número 62 con un promedio de 371 puntos de los 600 establecidos como límite máximo en la escala de evaluación. Así, está por encima de Perú, Azerbaiján y de Kirgyzstán. En la prueba marca por debajo de Argentina, Brasil, Colombia, Trinidad y Tobago, México y Chile, únicas naciones de la región incluidas en este importante test.

A diferencia de los países descritos, Panamá compite por primera vez en esta prueba y aunque mostró un lugar muy bajo en la pirámide de resultados, su desempeño es más alentador que el de países como Chile y Colombia cuando iniciaron su experiencia en el PISA. De modo alguno, esta comparación significa autocomplacencia con el sistema educativo panameño que, coincidimos muchos, demanda una reingeniería total. Lo que deseamos resaltar es cómo, gracias al empeño de sus gobiernos y los parámetros que ofreció esta prueba, países hermanos ubicados en los últimos lugares en el pasado, hoy muestran posiciones más favorables.

Por ejemplo, en el área de lectura, Chile, que es el país latinoamericano que mejor desempeño mostró (en esta y otras evaluaciones), se ubica en el lugar 44 entre los 65 participantes, con un promedio 449 puntos, que significan 44 puntos por debajo del promedio de los países de la OCDE, que fue de 493.

Una de las variables que mide la prueba es la condición socioeconómica de las escuelas de los alumnos evaluados. Mientras que en Finlandia (3er lugar) tienen un desempeño entre 3 y 4, pues, en general, son de clase media, las panameñas son clasificadas entre 1 y 2, representada básicamente por escuelas pobres. En el caso de Chile, pese a sus buenos resultados relativos dentro de la región, uno de cada tres estudiantes no alcanza el nivel 2 de desempeño, ubicándolos en condición de no poseer las competencias que demanda su inserción efectiva en el mundo laboral y ciudadano. La condición socioeconómica ayuda a explicar los resultados, pero no representa un obstáculo insalvable para mejorar los aprendizajes, pues países como Brasil y la propia China muestran buenos resultados educativos en poblaciones pobres.

El buen desempeño de los estudiantes no puede improvisarse ni construirse a la ligera. Los sistemas que mejor responden a la evaluación son aquellos que poseen políticas educativas y normas claras, sostenibles y ambiciosas, ampliamente compartidas en esos países, acerca de las habilidades de pensamiento complejo de orden superior que deben lograr en sus alumnos. Es decir, las reglas del juego son explícitas acerca de lo que se requiere para obtener un buen desempeño en los aprendizajes. Aquí la calidad del sistema educativo y de sus escuelas no puede ser superior a la de sus principales actores: estudiantes y docentes. De esta manera, la condición de buenos docentes y estudiantes definen las posibilidades de éxito en los resultados de la formación de su capital humano.

Los consensos nacionales (empresa privada, ministerios de educación, hogares, gobiernos, asociaciones profesionales) acerca de las competencias que deben tener los egresados del sistema educativo, caracterizan un entorno y una cultura que proveen condiciones, incentivos y restricciones (cuando sea indispensable) a los procesos y resultados en los aprendizajes, tanto en la contratación de profesionales como en el reconocimiento social a los estudios realizados.

Una tendencia observada es la de pasar de los sistemas centralizados y burocratizados hacia organizaciones menos verticales, donde la gente participa más directamente en las decisiones pedagógicas y financieras de los centros educativos. Allí la transferencia de poder a las escuelas y a sus directores para determinar lo que se enseña y cómo se enseña y aprende, parece ser un factor que hace la diferencia en estas evaluaciones. Son entornos escolares donde el personal docente aprende a trabajar junto en impulsar las buenas prácticas educativas y realizar investigaciones que permiten verificar los procesos que aplican en sus aulas de clase, como medio de avanzar en el logro de los resultados deseados.

Panamá ha dado un primer paso importante en reconocerse a sí misma como sistema educativo frente a las naciones del planeta con mejor educación. Ahora corresponde tomar las decisiones y trabajar inteligente, responsable e incansablemente para alcanzar los estándares que la historia y la sociedad naciente demandan. Saludamos la entrada al juego de las grandes ligas.

*DOCENTE UNIVERSITARIO Y EX MINISTRO DE EDUCACIÓN.

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