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- 31/05/2023 00:00
Panamá y nuestra vinculación con Centroamérica
La vinculación estrecha que existe entre la República de Panamá y las repúblicas centroamericanas, con las que compartimos el espacio geográfico de América Central, se extiende a una historia común que se remonta a la colonia. En esa época el emperador Carlos V incorporó el territorio de la entonces provincia de Nicaragua a la Real Audiencia de Panamá.
Unos años después, de suprimida esta Audiencia, el territorio panameño de Tierra Firme se colocó por 23 años bajo la jurisdicción de la Real Audiencia de los Confines de Guatemala y Nicaragua. Al restablecerse la Real Audiencia de Panamá, Nicaragua retorna a esta Audiencia y Guatemala pasó a formar parte del Virreinato de la Nueva España.
En la época posterior a la independencia de los países centroamericanos y la de Panamá, que ocurrieron por coincidencia el mismo año (1821), continuaron los vínculos entre nuestras naciones. Así Panamá fue lugar de asilo para destacados centroamericanos y a su vez los países de Centroamérica prestaron refugio a insignes panameños que fueron perseguidos políticamente.
El general Francisco Morazán, prócer de la independencia y quien fue presidente federal de Centroamérica, estuvo exiliado en David, provincia de Chiriquí. Allí vivió con su familia en la casa del chiricano José Candanedo Araúz y ahí publicó su famoso “Manifiesto de David”. Hoy, como tributo a su gloriosa memoria se fundó, en la ciudad de David, el colegio Francisco Morazán y a una avenida se le dio su nombre. Además, en el lugar que vivió este ilustre centroamericano se estableció la plaza Morazán con su busto.
El doctor José de Obaldía, expresidente de la Nueva Granada y exgobernador del Estado Federal de Panamá, así como don Francisco de Fábrega, exgobernador del Estado Federal de Panamá, tras la guerra civil y persecuciones políticas en el istmo panameño, encontraron asilo en Costa Rica.
Años después, el doctor Belisario Porras, elegido más tarde presidente de la República de Panamá, víctima de la política intransigente de la Regeneración colombiana, fue refugiado político en Guatemala y en Nicaragua. En este último país fue profesor universitario de Derecho Internacional y Geografía, y fue premiado en un concurso nacional por su libro “Geografía de Nicaragua”. Además, en El Salvador, prestó servicios como catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad de esta nación.
Con la tercera separación del Istmo de Panamá de Colombia (1840), encabezada por el patricio Tomás Herrera, se funda el Estado del Istmo, e inmediatamente el vecino Estado de Costa Rica celebró un tratado que reconocía esta independencia y establecía relaciones de amistad y de comercio.
Después de producida la Independencia de Colombia en 1903, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua fueron de los primeros países en reconocernos como nación. Esto fue un estímulo que impulsó a nuestra nación para instaurar las más estrechas relaciones diplomáticas con estas hermanas repúblicas.
En el marco de ese espíritu y vista la crisis generalizada de los años 70 y 80 del siglo pasado, Panamá formó junto a Colombia, México y Venezuela, el Grupo de Contadora que propició el diálogo y la negociación entre los países centroamericanos. El propósito era el de reducir las tensiones y crear las condiciones para un clima de convivencia armónica y de respeto mutuo entre los Estados, en aras de lograr la paz y la estabilidad política en la región. Esto produjo que los países centroamericanos celebraran los Acuerdos de Paz en Centroamérica (Esquipulas I y II), que contribuyeron al entendimiento recíproco, al pluralismo político y a la democracia; indispensables para la paz y la integración regional.
Los compromisos de los acuerdos permitieron la creación de dos organismos que son esenciales en la integración política y económica centroamericana: el Parlamento Centroamericano (Parlacen), erigido por Esquipulas II, entendido como un “símbolo de libertad e independencia”; y el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), instaurado por el Protocolo de Tegucigalpa en la Carta de la Organización de los Estados Centroamericanos, en 1991.
Panamá participa también del proceso de integración a través de la educación, instrumento imprescindible en la vida regional para la preparación de nuestros profesionales. Desde 1947 formamos parte del Consejo Centroamericano de Educación Superior (CSUCA), que hoy me honro en presidir, por la amable elección y confianza depositada en mí por mis pares en este consejo de universidades públicas centroamericanas.
Las actividades mancomunadas de cooperación en la educación superior son la base para elevar la calidad educativa y el progreso social. La movilidad y el intercambio docente y estudiantil en la academia, la investigación, la cultura y en el deporte son fundamentales para la robustez de la educación superior regional. La diplomacia científica y académica es la manera más efectiva de lograr la verdadera integración de nuestras naciones.