• 06/11/2008 01:00

Los Saladinos de Panamá

La gloria que nos ha dado Irving Saladino es prueba indiscutible de que vale la pena invertir fuertemente en nuestros jóvenes excepciona...

La gloria que nos ha dado Irving Saladino es prueba indiscutible de que vale la pena invertir fuertemente en nuestros jóvenes excepcionales.

En Panamá, los Saladinos más olvidados son los estudiantes de C.I.S, quienes se convierten en víctimas de la corrupción del MEDUCA, que por política nombran a cualquier asno como educador. En honor a mis hijos de C.I.S., me atreví a denunciar a 2 falsos educadores nombrados por el MEDUCA, pero su respuesta fue destituirme el 8-11-2006 en un juicio a priori y amañado. En estos dos años de calvario, confiando en la campaña de “cero corrupción”, he escrito y hablado personalmente con el presidente Torrijos, la primera dama y el vice Arosemena, explicándoles que las víctimas de esta infame venganza son mis hijos, también he escrito y exigido respuesta a la Asamblea Nacional, especialmente a la Comisión de Educación, donde tampoco responden, porque no soy PRD.

Sólo sé decir que mis hijos son excepcionales como Saladino, pero en diferentes especialidades, ¿Cuánto saltaba Saladino a los 6 años? No sé, sólo sé que mi hijo a los seis años ya saltaba de lo sideral al interior del átomo, a través de su privilegiada mente, y a tan tierna edad sentenció “Quiero estudiar Química Nuclear en Berkeley, California. Y si descubro un elemento le llamaré Panamecio, en honor a Panamá”. Me duele pensar que este niño, excepcional desde la cuna, ya pretende rendirle honores a la patria, mientras los políticos, desde el cigoto (idea de ser político) ya sueñan con depredar la Patria.

Sé que algún mecenas permitirá a mi hijo llegar al podio que por ley natural le corresponde, y digo natural, porque los Saladinos no se hacen, nacen excepcionales y sólo hay que ayudarlos oportunamente. Ellos deben ser protegidos igual que al discapacitado. Ambos extremos deben tener un trato exclusivo con apoyo estatal, pues no es fácil para un pobre tener un hijo excepcional y no poder cubrir su sed de conocimiento o perfeccionamiento de su especialidad natural, o tener un hijo discapacitado al que no se le dé la atención académica adecuada y tampoco se le ayude económicamente, pues por la condición de su hijo sus gastos son mayores.

Conclusión: La preocupación de la primera dama por los discapacitados es tan loable como mi preocupación por los C.I.S. y todo tipo de excepcionales. Por tanto, debí haber sido respetado por el gobierno, pero confío encontrar un político digno, que entienda que es necesario fundar una institución exclusiva para jóvenes excepcionales, reuniendo diferentes disciplinas para optimizar la habilidad de cada cual, a través de un equipo de educadores idóneos y comprobados, en colegios equipados con tecnología de punta, para que se conduzca a los excepcionales a su máximo potencial.

Tendríamos así deportistas altamente competitivos, con un nivel académico adecuado, y estudiantes C.I.S con alto nivel de conocimientos, muy necesarios para el desarrollo del país.

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