• 26/11/2023 00:00

La verdadera pandemia

[...] hemos venido revistiendo de poder a un montón de hipócritas. Le damos el voto a gente que finge sentimientos o cualidades contrarias a las que realmente sienten o poseen

Hace mucho tiempo leí algo que se grabó en mi mente. Es una frase trillada, que no pierde vigencia. Hoy, tal vez, es más actual que nunca. “El poder no corrompe, el poder desenmascara”. A Pítaco de Mitilene se le atribuye tan grande verdad.

Poder, en este contexto, se refiere al derecho que otorgamos a otros para que se lleve a cabo un plan para llegar a una meta común, en representación nuestra. La frase completa que fue dicha por allá por los 500 y pico a.C. reza “Si queréis conocer a un hombre, revestidle de poder. El poder no corrompe, desenmascara”.

La pregunta de rigor que surge en mi mente es ¿a quiénes hemos venido revistiendo de poder, una y otra vez? La respuesta no nos deja muy bien parados en una prueba de coeficiente intelectual social. Quedamos muy mal parados porque hemos venido revistiendo de poder a un montón de hipócritas. Le damos el voto a gente que finge sentimientos o cualidades contrarias a las que realmente sienten o poseen. Fingen con tal de llegar a obtener el poder que emana del pueblo, para luego burlarse descaradamente de ese mismo pueblo.

Todos, absolutamente todos, los que han obtenido el poder, han actuado de manera similar. Es un ciclo fácil de diagramar. Acusan al gobierno vigente, se hacen llamar oposición, juran por sus madres que harán justicia al llegar al poder, llegan al poder y, en un giro de 180°, todo lo que señalaban como malo de sus predecesores, se vuelve bueno y se establece como procedimiento estándar. Como diríamos acá, “la misma vaina, con diferente pitongo”.

Entonces, ¿por qué seguimos cayendo en el mismo juego de siempre? Sabemos cuál va a ser el resultado si le damos el voto a alguien que nos dio un jamón, 10 'palos', o cualquiera de las consabidas prácticas clientelistas que utilizan los politicuchos de siempre para mantenerse en su posición. De los dientes hacia afuera dicen que quieren que la situación cambie, pero eso es la definición de hipocresía. En sus mentes reside la idea de que todo siga exactamente igual.

¿Qué significa igual para un politicucho? Si en la canción de Rubén Blades, “patria son tantas cosas bellas”, en la mente de los politicuchos, igual significa “tantas cosas malas y feas, pero que me benefician a mí, y a los míos”.

Recientemente hemos sido testigos de prácticas tan malas y feas, que hacen ver al cara piña dictador como un pitoniso, pues bien lo dijo, “detrás de mí, vienen peores”. Jamás me imaginé dándole la razón al asesino cobarde ese, pero así nos va.

Los gobiernos que hemos tenido, todos ellos, en nuestra época post dictadura, han hecho alarde de enterrar la meritocracia, y valorar muchísimo el amiguismo. Lejos de rodearse de la gente más capaz, se rodean de los que son capaces de asaltar a su propia madre, con tal de llenarse los bolsillos. Se las dan de santos, pero son puros diablos. Le regalan plata que no les pertenece, a personajes que no la necesitan, y mucho menos la merecen. Lejos de enviar a estudiar al exterior a jóvenes que elijan carreras necesarias para el desarrollo de un país como son medicina, arquitectura, ingeniería, economía y otras muchas, mandan a los hijitos mimados de sus compadres a gastarse un platal para ser monicacos de las redes sociales, o filósofos del no hacer, o investigadores de la inmortalidad del cangrejo.

Hay que tener muy pocas luces para desmotivar a la juventud que sirve y vale, premiando precisamente a los jóvenes dañados e inservibles. ¿Qué país sobrevive sin gente valiosa? Ninguno.

De la senda que elijamos en las próximas elecciones depende el futuro de Panamá. Una senda promete el inicio del camino hacia la grandeza que soñaron los pioneros de nuestra nación. La otra, que si bien parecen ser varios caminos, es uno solo, el camino a lo mismo de siempre, que es una cuesta que baja al abismo que nos han venido arrastrando por décadas los hipócritas que han gobernado, y que quieren seguir gobernándonos.

Pero dependen de nosotros. No pueden regresar solos al poder. Es siempre el pueblo el que salva al pueblo. De nosotros depende ser cómplices de la destrucción del país, o ser instrumentos de su renacimiento. Es el momento de pagarles con la misma moneda que siempre nos pagan: a patadas.

Démosles, pues, una patada en las posaderas para que caigan en una de las fosas de la mina que tanto aman y defienden, y se queden allá abajo, por siempre.

Desenmascarados ya están. Hemos visto la clase de delincuentes que son. Nos han dado sobrados ejemplos de lo que, para ellos, es estar en el poder. No sigamos revistiendo de poder a los mismos de siempre, pues se están comiendo el país de todos.

La verdadera pandemia son los corruptos. Nuestra decisión puede ser la vacuna, o el virus puro. Decidamos bien entonces.

Dios nos guíe.

Gerente de construcción
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