Panamá, con el ‘jazz’ en la sangre

Actualizado
  • 04/05/2024 16:36
Creado
  • 03/05/2024 19:10
El documental ‘Soñar el jazz’ hace un recorrido por las razones que hacen que el género se haya mantenido en el gusto del panameño por más de 100 años

No es casualidad que cada vez más jóvenes decidan cultivar la música, y entre los géneros escojan el jazz. Tampoco que año tras año, un festival dedicado al género atraiga más público, sobre todo local, y que sean más los estudiantes que buscan lograr una beca para especializarse en reconocidos institutos. Este camino se inició hace muchos años, cuando el propio jazz nacía y encontraba su camino.

Este es el tema principal de Soñar el jazz, documental que se encuentra en las etapas finales de posproducción y que espera ver la luz en los próximos meses.

“La fuerza del documental está en lo histórico; es un recorrido por esa traída de los negros para las megaconstrucciones (el ferrocarril y el Canal) y cómo se integraron a través de la Iglesia a estos movimientos musicales”, explica Luis Romero, director y guionista del proyecto. “Es la fuerza de esas raíces”.

Coyunturas como la prohibición del alcohol en Estados Unidos durante la década de 1920. A través de la gran flota blanca, los barcos que salían de Panamá a Nueva Orleans partían con bananos y volvían con músicos que debido a la situación habían perdido espacios en night clubs para ganarse la vida. Colón se convierte en la meca de lo que era la noche musical de Panamá.

Incluso algunos personajes conocidos llegan a Colón a montar cabarets. Una de ellas, Mama Kelly, quien llegó como bailarina y estableció su propio cabaret Mama Kelly en Colón. Fue tan exitoso que en ciudad de Panamá, en la plaza 5 de mayo llegó a haber un Mama Kelly. Ella traía orquestas y hay confirmación en periódicos, de anuncios de show de jazz en Colón en 1919-1920 y eso siguió durante todos los años 20.

Influyó sin duda, la presencia de las bases militares norteamericanas, sus medios de comunicación y las actividades de diversión que procuraban a su personal.

Otro elemento importante en el documental es el recorrido de Luis Russell, desde Bocas del Toro hasta la ciudad de Nueva York. “Él sale de Bocas, va a Colón, de Colón entonces se va a New Orleans y ahí se integra a un grupo musical que tocaba en un bar. En esa ciudad conoce a Louis Armstrong. Ambos músicos se trasladan a Chicago y en un momento fueron competencia. En una calle tocaba Russell y en otra calle tocaba la orquesta de Louis Armstrong. De allí parten a Nueva York y deciden unirse.

Y si bien Luis Russell fue el pionero en Panamá en el mundo del jazz, hubo otros Russells; panameños que viajaron y fueron principalmente a Nueva York, primero en esa oleada de inicio de siglo y luego en los años 40 de posguerra también se va una oleada de panameños importantes que van haciendo nombre en el jazz. Vernon Andrade, por ejemplo, fue durante 25 años el músico de casa de un bar que se llama Renaissance en Nueva York. Eso es muy marcante y son cosas que digamos, nosotros, que nos gusta el jazz, desconocemos.

Lo que desea plasmar Romero en este documental puede resumirse en dos planteamientos principales: que el jazz no es 100% norteamericano, y es la idea que prevalece. “Se genera en un contexto social de las migraciones del Caribe, en principio como esclavos y después ya como hombres libres. De hecho, en Nueva Orleans había una igual discriminación hacia los negros como la que tuvimos en Panamá durante la construcción del Canal. Entonces, hay un aporte importante del Caribe en el jazz. Y dentro de ese aporte, destacamos la contribución panameña”.

Lo segundo es “explicar, desde mi punto de vista, por qué nos gusta tanto el jazz. A final de cuentas, en un país tan pequeño, por qué hay tanta afinidad, por qué hubo en los años 50-60 tantos bares donde se tocaba jazz. Qué hacía que esa música fuera clave”. Porque surgieron músicos panameños, y lo demuestra el documental, que el músico panameño llega a Estados Unidos no para aprender, el músico panameño llega bien formado a Estados Unidos y ahí aporta. Ellos aprendían en las iglesias metodistas que fungían como centro cultural y luego participaban en las bandas y otras agrupaciones de la ciudad.

Diversas voces

Estos planteamientos los sostiene una serie de investigadores e historiadores que fueron entrevistados tanto en Panamá como en Estados Unidos, así como archivos y otras fuentes documentales, proceso que para los productores ha sido muy enriquecedor. “Hemos ido descubriendo muchas cosas que no nos imaginamos. El propio director del Museo de Nueva Orleans reconoce que sí, que Estados Unidos digamos vende el concepto del jazz como propio, pero que proviene de todos esos movimientos. Incluso, él menciona los movimientos africanos y en el museo hay una sección dedicada a los instrumentos africanos que llegaron a Nueva Orleans”.

Y hay muchos paralelismos; a fin de cuentas, hay un concepto igual de discriminación hacia el mundo negro, tanto en Panamá como en Estados Unidos. Hay paralelismos incluso visuales: una casa de Nueva Orleans es muy similar a una de Bocas del Toro y de algunas partes de Río Abajo. No es que unos imitaran a otros, es que pertenecían al mismo contexto sociocultural.

“El documental ha recibido mucho apoyo de personas como Ariel Pérez Price, que no es historiador, pero realizó una detallada investigación sobre Bocas del Toro y sobre la vida de Luis Russell. El documental no es solo sobre la vida de Russell, es demostrar cómo todos estos pioneros, todo este movimiento que se generó entre Panamá y Estados Unidos va formando ese sueño de pertenecer al jazz y es lo que explica el jazz de hoy, por qué tantos jóvenes quieren ir a estudiar jazz, por qué quieren salir o tocan en Panamá”, detalla Romero.

La historiadora Marixa Lasso, en su intervención, plantea que cuando los americanos vinieron a construir el Canal, Panamá ya era un país puerto y tenía todo un concepto de vida propia. “Hay antecedentes de que desde la época de Colombia esto era una ciudad portuaria y esto fortalece la idea de que no es que la música se copió en Panamá, sino que generamos nuestros propios músicos. Se desconoce el verdadero intercambio que hubo. Pérez Price menciona que hubo un año en que más de 200 barcos salieron de Panamá a Nueva Orleans y regresaron, imagínate ese intercambio...”, reflexiona el director de la cinta.

Melva Gooding, historiadora de la etnia negra, señala que el tema de la negritud fue por mucho tiempo ocultado en Panamá. Por esta razón, mucha de esta información se desconoce. “Ella rescata el aporte del negro”, comenta Romero. Esto, junto al punto de vista sociológico que aporta Gerardo Maloney, completa la imagen y el papel que tuvo el afroantillano, ayuda a descifrar cómo funciona este engranaje. “Para el afroantillano era muy importante el conocimiento musical. Maloney comenta que era frecuente que en la casa de un afroantillano hubiese un instrumento: había un piano, un clarinete y que esos aportes los traían desde su lugar de origen, o sea, llegaban a Panamá con un conocimiento musical y amor por un instrumento”.

Historiadores de otros países también aportan información. “El jazz llega a Colombia vía Panamá a través de la Panamá Jazz Band en 1920; eso lo informa un historiador cartagenero, sobre la historia del jazz en Colombia. Entrevistamos al curador del Museo de New Orleans y él comenta que no hay duda de que Louis Armstrong llegaría a lo más alto. Con su talento no había forma de que no trascendiera. Pero Louis Armstrong no hubiera sido la estrella que llegó a ser si no hubiera tenido detrás a Luis Russell. Porque además de director de su orquesta, era su arreglista, era compositor, era un músico muy completo que le permitió generar ese salto”. La otra declaración interesante es la que nos da el doctor Paul Kahn, esposo de Catherine Russell y biógrafo del jazzista panameño; “él dice que en Nueva York la orquesta de Louis Armstrong era la orquesta de Luis Russell, con Louis Armstrong poniendo el nombre. Es algo que vamos a dejar evidente en el documental”.

Luego hay un grupo importante de músicos panameños que de alguna forma fueron parte de ese movimiento de jazz; eran tres, nada más nos queda uno, se nos fueron dos en medio de la producción, y que o fueron y regresaron o se quedaron y que inspiraron a todos estos jóvenes que hoy tocan jazz, no de esos grupos de jazz que había.

Participan también, a manera de testimonio, músicos panameños, algunos residentes en Nueva York, como otros que han retornado a Panamá luego de retirarse, así como músicos locales en ejercicio y estudiantes y músicos jóvenes.

Fuimos a Estados Unidos a grabar con músicos que todavía están allá, ahí entrevistamos a Enid Lowe, Jorge Sylvester y a Frank Anderson. En Panamá, a Carlos Garnett, Reggie Johnson y Danny Clover, Billy Cobham, así como Dino Nugent, Idania Dowman y figuras como Rubén Blades, quien recientemente lanzó la producción Salswing.

“Con argumentos, fotos y testimonios se evidencia al final nuestra base de identidad de tránsito, de que somos un poco de todo; de lo que pasamos, de lo que pasa por nosotros y lo que sigue pasando. Seguimos recibiendo música. La seguimos transformando, la seguimos exportando, vienen acá y nos comparten. Esto definitivamente no es algo que ocurra en otros países. Puede haber otros con características parecidas, pero realmente esta ha sido nuestra historia”. Sostiene Xochil Vergara, productora de Soñar el jazz.

Sumado a la construcción de la historia a través entrevistas está la búsqueda de material documental en la Biblioteca del Congreso, páginas de organizaciones e instituciones educativas ligadas con el género y algunos libros, como el de Benjamín Lapidus, que dedica un capítulo completo a la influencia de los músicos panameños en Nueva York.

La producción

Con el aporte de Fondo Cine, del que recibieron un aporte en 2019, se programó una serie de viajes a ciudades como Nueva Orleans y Nueva York, así como también las ciudades de Colón y Bocas del Toro, no solamente para conocer cómo era el Bocas de la época, sino para saber “por qué tuvo esa fuerza como población y como puerto y también por qué se perdió esa fuerza”. Pero también para dejar sentado que ciudades como Nueva Orleans están pensadas en el concepto del jazz. El aeropuerto se llama Louis Armstrong. “En Bocas lo único que hay de Luis Russell es un letrero en muy mal estado en una callecita; la casa de Russell en isla Carenero, dentro de poco la echan abajo porque está habitada por ocupantes. Hace poco se logró pintar un mural, pero no hay, no ha habido un movimiento institucional que establezca ‘esta casa es parte de nuestro patrimonio histórico’. Eso también queda presente en el documental”.

La intención es también mostrar vida, además de historia, por eso contará con abundancia de imágenes históricas, fotografías así como también imágenes actuales que enseñan cómo fuimos construyendo un Panamá, aprovechando la música, pero al mismo tiempo negando de dónde provenía.

“Es un trabajo fuerte el que se está haciendo y en conjunto con mucha gente, y es el medio audiovisual el que permite que esta ventana se expanda”, resalta Vergara.

Y vale la pena mencionar los esfuerzos de los cineastas para actualizar la reglamentación de la ley de cine que ya tenía unos 6 años de vigencia y requería de algunos ajustes. Un aporte importante es la prioridad a los temas relacionados con nuestra identidad cultural.

La recta final

El Fondo Cine fue otorgado al proyecto en 2019, pero con la llegada de la pandemia, la producción quedó detenida por unos dos años. “A partir de 2021 se comienza el trabajo de investigación de preproducción. Rodamos más bien en 2022 y terminamos los últimos rodajes en 2023”, detalla Romero. El documental está en etapa de posproducción y la intención de sus productores es finalizarlo en unos dos meses, lo que no significa que ya estaría disponible al público.

“Hay que seleccionar muy bien la fecha de estreno porque a partir de allí empieza su conteo regresivo. Esperamos hacerlo en diciembre para aprovechar los festivales internacionales del año siguiente y preparar un estreno nacional en una fecha importante como en el IFF Panamá. Esa es nuestra intención”, comenta el director. Será un momento importante para destacar el papel de Panamá en la historia del jazz. Este documental sigue los pasos de dos documentales de Gerardo Maloney y que desgranan parte de la historia del Jazz en Panamá: ‘Tambo Jazz’ y ‘De Carenero a Nueva Orleans’ (Mejor documental Educativo en el Festival Internacional de Cine de la Habana 2004).

“Los historiadores internacionales tienen capítulos sobre Panamá porque es un lugar importante para el nacimiento del jazz, y también en la actualidad. Además, Panamá, por alguna razón tiene raíces muy fuertes y sus músicos, aunque vivan lejos, siempre tienen presente al país”.

Luis Romero
Director de ’Soñar el jazz’
A final de cuentas, en un país tan pequeño, ¿por qué hay tanta afinidad?, ¿por qué hubo en los años 50-60 tantos bares donde se tocaba ‘jazz’? ¿Qué hacía que esa música fuera clave?”.
Xochil Vergara
Productora de ‘Soñar el Jazz’
Con argumentos, fotos y testimonios se evidencia al final nuestra base de identidad de tránsito, de que somos un poco de todo; de lo que pasamos, de lo que pasa por nosotros y lo que sigue pasando. Seguimos recibiendo música. La seguimos transformando, la seguimos exportando, vienen acá y nos comparten”.
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