• 28/01/2019 01:03

¡Hasta luego, papa Francisco!

Estimado papa Francisco: Me tomo la libertad en nombre de los panameños de noble corazón, creyentes y no creyentes en Dios

Estimado papa Francisco: Me tomo la libertad en nombre de los panameños de noble corazón, creyentes y no creyentes en Dios, de lo que les hablé a los peregrinos en mi primera nota hace dos lunes previos: darle las gracias por su visita. Pero con mucho escepticismo, porque, lo cierto es que la mayoría de los nacionales sabemos que, a pesar de la alegría y las buenas vibraciones que su visita y la de los peregrinos ha producido en nosotros en los últimos días, aquí en Panamá, muy poco va a cambiar.

Los derroteros de esta país deben comenzar por la voluntad de los que la habitamos y, desafortunadamente, esas energías están comprometidas con el escepticismo que le menciono. A este país aún le falta recorrer un camino incierto y tal vez peligroso para que se defina, de una vez y por todas, su futuro como Nación; visión y compromiso esencial que no tiene que ver con escenarios temporales como la Jornada Mundial de la Juventud. Un futuro que acabe permanentemente con la burla de unos cuantos… a la paciencia y benevolencia de la mayoría.

A pesar de lo bien que se sintió su visita, este tema, sencillamente, no se puede dejar a un lado. Como usted muy bien lo definió: esta tierra es ‘privilegiada', por las razones geográficas que expuso. Dijo, entre otras cosas: ‘…puente entre océanos y tierra natural de encuentros…'. Pero esta tierra es también privilegiada porque las amenazas que enfrenta no son parecidas a las de algunos de nuestros hermanos del Caribe o Centroamérica. Ni terremotos, volcanes ni devastadores huracanes nos mantienen en vilo. El presente, el futuro y los sueños de nuestra juventud, muchos de los que estuvieron en la Jornada que usted presidió, está amenazada por la corrupción reinante y los pocos esfuerzos por corregirlo.

En mi nota de la semana pasada lo cité a usted cuando se refirió a ‘los trepas', los que viven por ‘… el culto al dinero y la dictadura de la economía, que no tiene rostro y carece de una verdadera meta humana'. Muy bien y muy claro se los dijo en sus caras. Hay indicios y se presume de un grupo de ‘trepas' criollos (todos entrelazados y emparentados) han despojado a los panameños de entre 7 mil y 10 mil millones de dólares en los últimos 10 años (¡y un tanto más en quinquenios anteriores!).

En su intervención ante el presidente Varela, el Gobierno e invitados en el Palacio Bolívar, convidó a Gobiernos y funcionarios a ‘elevar una vida que demuestre que el servicio público es sinónimo de honestidad y justicia, y antónimo de cualquier forma de corrupción'.

Todos los sistemas políticos experimentan momentos de corrupción y períodos que han significado para ellos algún grado de retos para su supervivencia. Pero este tiempo parece un callejón sin salida en Panamá y por los vientos que soplan, pocas correcciones habrán. En el punto en que estamos, puedo asegurarle que, la corrupción está en su etapa más crítica, en lo social y político. No por el daño a la economía o a las estructuras políticas y administrativas, sino por su efecto en la sociedad y la cimentación de la duda y el cinismo en todas las personas. Y ante todo, en la formación de jóvenes que no tienen mayores referencias de conducta social que la que han visto y vivido en los últimos años. Impera la ley de lo vivido: ‘veo, luego practico'.

Insisto: lo que sigue en nuestra agenda nacional no da para mucho; mientras pasan las semanas, sigo considerando que no nos depara nada bueno. No promete mejor futuro ni para corto ni a largo plazo. Figuras de estadistas, no hay en el horizonte. Nadie que se vaya a atrever a desmantelar toda la estructura político-politiquera, la estructura legal y de justicia, gravemente comprometida y sin certeza del castigo. Reordenar el orden social y económico para beneficiar a los más necesitados. Atacar de frente y de una vez por todas la corrupción; aunque sus amigos y familiares estén involucrados.

Como dije hace dos semanas, no somos los mismos de hace 30 años y seguramente, en 30 años, esta juventud se preguntará en dónde fue que fallamos. Hay mucho que corregir y no estoy seguro de que con misas, rezos y alabanzas se hará justicia.

COMUNICADOR SOCIAL.

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