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- 07/05/2013 02:00
Pedro Arias de Ávila: el primer dictador de América
Cercana la fecha aniversario del Descubrimiento del Mar del Sur, vale recordar a algunos personajes de la época y nadie tan prominente como don Pedro Arias De Ávila, fundador de Panamá La Vieja y verdugo del Descubridor del Mar del Sur. Nace el fundador de Panamá La Vieja, en Segovia en 1460?; miembro de una familia de judíos conversos entre las más influyentes de la época. Como era la costumbre, pasa su adolescencia en la Casa Real, junto con los miembros de la realeza. Ya adulto adquiere reputación de valentía en la Justas de Lanzas, adquiriendo el apodo de ‘EL GRAN JUSTADOR’; ingresa a la carrera militar y se distingue en las guerras de Portugal, Córdoba, Francia y Nord-Africa.
Contrae nupcias con doña Isabel de Bobadilla y Peñaloza, de una familia de la alta nobleza castellana; lo cual contribuye a aumentar su posición e influencia en la Corte de los Reyes Católicos.
En 1513, fue nombrado capitán general y gobernador de Castilla de Oro, que comprendía lo que es hoy Costa Rica, Nicaragua, Colombia y Panamá. Asume el cargo a la edad de 54 años, algo extraordinario, porque en la época la expectativa de vida rayaba alrededor de los 40 años. Un bochinche histórico atribuye su nombramiento al hecho de que la Corte no soportaba su audacia e intrigas, mandarlo a las Américas fue la solución para librarse de él.
Otra nota histórica interesante es que lo acompaña su esposa, Isabel de Bobadilla y Peñaloza, quien se convierte en la primera dama de noble cuna y rango. La primera gentil dama que se radica en nuestra América, habiendo sido precedida por ‘mujeres del rumbo’ (de ahí la palabra ‘rumba’), féminas de dudosa reputación (que me perdonen nuestros ancestros hispanos).
La administración de Pedrarias se caracteriza por su crueldad, ambición y codicia. Entre su actos está la decapitación de Vasco Núñez de Balboa, prometido de su hija María de Peñaloza. El bochinche histórico establece la posibilidad de que la verdadera razón de ese acto, aparte de la envidia, sentimiento del cual no se apartaba nuestro noble fundador, fue el hecho de que se rumoreaba que doña Isabel de Bobadilla tenía amores con Vasco, (me perdonen los descendientes de doña Isabel).
Fue tan malvado el régimen de Pedrarias que era conocido como ‘Furor Domini’, (Ira de Dios). Se cuenta que su deporte favorito, si así se puede llamar, era la ‘cacería de indios’ o ‘aperramiento’, terrible pasatiempo que consistía en perseguir a los indios a caballo con su jauría de perros mastines, condicionados a matar los indios a dentellados. Quizás fue quien originó la expresión ‘otro indio al palo’.
En sus caserías en Nicaragua, uno de sus acompañantes en ese ‘deporte’ era otro malvado, Pedro de Alvarado, ‘conquistador’ de Guatemala, Honduras y El Salvador. A los indios que no mataban los ‘exportaban’, cual ‘commodities’ a Francisco Pizarro en el Perú.
Finalmente, atendiendo a múltiples quejas del comportamiento cruel de Pedrarias, en 1520, las Cortes lo destituyen y nombran en su reemplazo a Lope de Sosa, quien, para la mala suerte de los panameños y los nicaragüenses, muere en nuestras costas y las cortes se ven obligadas a restituir a Pedrarias.
En 1526 Pedrarias llega a León, Nicaragua, para someter a Francisco Fernández de Córdoba, fundador de dicha ciudad, que se había rebelado contra él; lo lograr someter, lo somete a juicio sumario y lo decapita en la Plaza Mayor de León. (Le gustaba cortar cabezas a nuestro ‘noble’ fundador).
Finalmente. Muere Pedrarias en León, a la edad de 91 años, demostrando que la maldad como causa natural, no acorta la vida.
Recientemente han sido encontrados los restos de Pedrarias y los de Fernández de Córdoba, este último sin cabeza. Los nicaragüenses han honrado los restos del Fundador de León y enterrado los huesos de Pedrarias a sus pies, noble merecido acto.
A quienes les gusta las novelas históricas, recomiendo el libro del escritor nicaragüense, Ricardo Pasos Marciaq, ‘El Burdel de las Pedrarias’, narra cómo Isabel de Bobadilla, después de trece años de ausencia y muerto su esposo, regresa a León con dos obsesiones. Una: recuperar las posesiones de su difunto esposo, para lo cual cuenta con aprobación de las cortes; y dos, crear una raza de mestizos para reemplazar la escasa población de esclavos indios, diezmados por Pedrarias y Alvarado o exportados a Pizarro en Perú. Para este propósito, funda un prostíbulo con las indias más bonitas, engañadas, compradas o raptadas. De allí el título del libro. No dejen de leerlo.
BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.