• 11/03/2025 00:00

‘Pro mundi beneficio’ nos beneficia

Panamá debe cambiar su pasividad y cortoplacismo y contar con una institución académica de análisis de la geopolítica internacional que permita la identificación de estrategias inteligentes para superar las amenazas que surgen desde hace 170 años

El 28 de enero de 1855, en el marco de la inauguración del Ferrocarril, Justo Arosemena dio un discurso que debiera ser enseñado en todas las escuelas del país. Destaco este párrafo que me parece profético y aplicable a nuestra realidad actual: ¨...este istmo no es propiedad exclusiva de una raza o de un pueblo, será el camino i la posada de todos los pueblos y de todas las razas, tal debe ser nuestra única ambición i nuestro más ferviente deseo. Nada podríamos tampoco contra el destino que Dios nos tenga deparado i si Él ha creído que los derechos i deberes de la humanidad en este Istmo no se amalgaman con nuestra permanente dominación, cúmplase enhorabuena su soberana voluntad cuando nos conste suficientemente, después de empleados nuestros medios físicos y morales para retener la prenda que poseemos”.

Es decir, el istmo debe servir a la humanidad por su posición geográfica. En el momento que nosotros, en detrimento del interés global, veremos que perderemos el dominio sobre él. En gran medida, esa visión de nuestra posición geopolítica inspiró el lema de nuestro escudo: Pro Mundi Beneficio.

Siempre las potencias han codiciado el istmo. Y lo hemos sufrido en carne propia. Cuando se consolidaron las instituciones internacionales creadas a raíz de la Segunda Guerra Mundial, Panamá pudo iniciar una lucha efectiva para controlar su destino, basándose en dichas instituciones para luchar por su integridad territorial y eliminar la colonia. Además, lo hicimos otorgándole a la humanidad las seguridades que indicaba don Justo, que nuestra posición geográfica sería utilizada sin discriminación para beneficio de todos los pueblos, pero en el marco de un derecho internacional cuyo pilar es el reconocimiento irrestricto del respeto de la integridad territorial de los Estados.

Sin embargo, al comienzo del presente siglo las cosas comenzaron a cambiar en cuanto a dichas instituciones. De manera sutil, los mismos que crearon el andamiaje jurídico político que gobernaba las relaciones entre los Estados, comenzaron a socavarlo. Panamá fue una víctima temprana al ser objetivo de listas negras publicadas por la OCDE. Listas que se publicaron en completo atentado del derecho internacional (más allá del objetivo, el método es contrario a las normas) y sin encontrar una resistencia inteligente por nuestra propia ignorancia y falta de visión de cómo nuestros intereses están íntimamente ligados a esas normas internacionales.

Ahora, ante la amenaza de Trump de retomar el Canal de Panamá, violando el principio del respeto a la integridad territorial de los Estados, estamos nuevamente sin estrategia geopolítica, únicamente viendo si apaciguando al monstruo podemos superar la amenaza.

Es hora de cambiar nuestra pasividad y cortoplacismo de siempre. Debemos tener una institución académica de análisis de la geopolítica internacional que nos permita identificar una estrategia inteligente, no solo para superar esta coyuntura, sino también para que defendamos de manera permanente aquello que nos protege de la amenaza identificada por don Justo hace 170 años. Porque lo de Trump no es lo único que es peligroso para Panamá en el contexto del orden mundial emergente.

Esta institución debe nutrirse de los mejores pensadores y académicos nacionales sin banderías políticas o bajezas humanas muy propias de nuestros políticos, y se debe invitar a pensadores internacionales de calidad que nos ayuden, también, a poner el tema de la relevancia del Istmo para todas las naciones y no solo para una superpotencia.

Invito al Gobierno Nacional a que considere impulsar una Asociación de Interés Público para la creación de esta institución.

*El autor es abogado
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