Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá

En los medios de comunicación, la cantidad de información sobre el tema solo es comparable a la diversidad de conclusiones y propuestas de solución; una de dos, el tema es tan complejo que supera nuestra comprensión o las autoridades, intencionalmente, lo han manejado de manera sesgada. En el 2007, en la región de Azuero tuvimos un problema con la basura; por su estrecha relación con el agua, constituí un Comité Cívico, procurando un análisis multidisciplinario con el fin de formular una propuesta racional; desafortunadamente, prevaleció la tendencia al soborno, de modo que optamos por sólo dejar constancia de la necesidad y conveniencia de un enfoque integral desde la perspectiva de la salud pública, campo en el cual, tanto la incompetencia como la improvisación traducen graves consecuencias, v.g: el fraude de la pandemia. Todo siguió igual y en el 2014 “apareció” la contaminación del agua con atrazina; las autoridades intervinieron y después de varios monitoreos concluyeron que el agua era apta para el consumo humano porque “los niveles de atrazina estaban dentro de los límites permitidos”; verdadero disparate, porque es imprescindible calificación en salud pública y exigir el cumplimiento de normas sanitarias estrictas, para garantizar que el agua intradomiciliaria sea potable, apta por el consumo humano, libre de riesgos para la salud.
El agua potable intradomiciliaria es factor determinante en la prevención y reducción de la mayoría de las enfermedades transmisibles de la infancia, incluyendo tifoidea y parasitosis intestinales. El saneamiento ambiental debe ser política institucional de salud, de estricto cumplimiento; lo mismo que el funcionamiento de los Comités de Salud, que deben trabajar junto al equipo básico de salud, en todas y cada una de las comunidades, con participación de educadores para la salud, que les permita identificar las enfermedades más comunes del área y los factores determinantes.
La mayoría absoluta de los vertederos de desechos, además de ser a cielo abierto, están ubicados en sitios próximos a los manglares, comprometiendo la cadena alimentaria; deben ser reemplazados por rellenos sanitarios y ubicados en áreas de bajo impacto biológico. Es menester educar a la población para el manejo apropiado de los desechos. La preservación de los bosques de galería es determinante para la viabilidad de los ríos; actualmente muy comprometidos, en la región y en toda la vertiente del pacífico. Toda actividad relacionada con la producción agrícola y pecuaria debe contar con las instalaciones necesarias para el manejo de las aguas servidas. Es necesario regular y controlar el uso de agentes químicos, como herbicidas, plaguicidas, insecticidas y similares, porque la mayoría, prohibidos en los países fabricantes, aquí se usan de manera indiscriminada, no obstante, saber que contaminan las fuentes subterráneas, que a través de los afluentes terminan en las plantas potabilizadoras, lo que explica, entre otras causas, la presencia de atrazina, glifosato y metales pesados en el agua intradomiciliaria.
El agua, factor esencial para la vida, exige consciencia y responsabilidad; se la conferimos o tendremos qmue asumir peores consecuencias que las ya experimentadas. Cuál habría sido el impacto social de una inversión de diez millones de dólares para el manejo integral de la crisis sanitaria o para la construcción de una planta potabilizadora moderna, comparado con la compra de agua embotellada para reparto a domicilio. Lo racional y procedente es integrar una Comisión que haga un análisis integral del problema del agua, con acceso a la información, incluyendo un ingeniero sanitario, un sociólogo, un médico, un economista y un educador; que elaboren un informe y presenten alternativas viables. La prioridad reside en la salud pública; por ningún motivo en el afán de lucro de terceros y menos con la complicidad de las autoridades.