• 01/11/2010 01:00

Reflexiones patrióticas

‘Una nación acumula en su memoria el polvo aluvional de su devenir existencial’, Richard Brooks.

‘Una nación acumula en su memoria el polvo aluvional de su devenir existencial’, Richard Brooks.

Somos la nación más vieja de Tierra Firme (Siglo XVI), desde Alaska a la Patagonia, y una república institucionalmente joven (1903). Panamá en quinientos años de un devenir existencial fascinante desarrolla un activo proceso de interfecundación cultural.

La nación panameña existe como una comunidad de intereses desde el siglo XVI, es la hija natural de un parto difícil, doloroso y traumático.

Tenemos una historia de vértigo, de fragua permanente. Son muchos nuestros padres, y, aunque hemos sido violados en distintas ocasiones en nuestra integridad territorial, conservamos la virginidad emocional de una auténtica razón de ser que se fundamenta en nuestra dignidad.

Las afinidades culturales y espirituales nos dan un real sentido de pertenencia. El Arte, el Folclore y la Literatura son la fuerza permanente de la identidad raizal del panameño. Una personalidad sumativa de múltiples herencias nos caracteriza, somos muchos panameños en uno, vivimos en armónica conjunción de actitudes y conductas casi siempre paradójicas. Somos una individualidad colectiva, en nosotros existen varios pueblos al mismo tiempo. En el Istmo conviven distintas patrias en una identidad compleja y heterogénea, somos la síntesis de diferentes etnias. La singularidad de Panamá es su pluralidad y mestizaje. Panamá es tierra de ambigüedades, de metáforas exóticas, somos hijos del conflicto y la contradicción. Conciliamos la diversidad en una acción de mutuo respeto y tolerancia. Somos una nación multicolor, multilingüe, pluricultural.

Los panameños tenemos el alma de una rosa y músculos de acero.

El aporte de lo divergente es lo sustancial de la Patria de José Domingo Espinar, Tomás Herrera, Justo Arosemena, Santiago De la Guardia, Victoriano Lorenzo, Belisario Porras y muchos otros.

La nación panameña es un laberinto de raíces compartidas. Somos una esponja que recibe las aguas bautismales de todas las latitudes, aquí se licúan y destilamos una entidad aluvional con personalidad propia. Nuestra argamasa es cósmica, por eso somos tan diferentes a cualquier otra nación. Lo que crece en nuestro suelo tiene huellas muy sensitivas. Somos muchos rostros en uno, muchas voces en una, muchas almas en una. ¡Somos Panamá!

Nuestro periplo se inicia desde hace quinientos años, mucho antes de que existiera Wall Street y la Nueva Granada. Distintas águilas imperiales han tratado de someternos, pero nuestra determinación por la libertad e independencia marcan el devenir histórico de la Patria de Quibián, Urracá y Bayano.

Los panameños de manera permanente cuestionamos la presencia de todos los imperios. En la Historia Nacional nada hay de qué avergonzarnos, nada que excluir. Nuestra historia es el aprendizaje del infortunio, nunca hemos permitido que nos venza el dolor ni el odio. Panamá cicatriza sus heridas con nuevas esperanzas. Nuestro proceso creativo es constante.

En l903 coinciden los intereses de Francia por recuperar parte de su fracasada empresa, Colombia quiere hacer su negocio con la venta del Istmo, Estados Unidos ambiciona su canal y los panameños consolidar nuestra nación políticamente. Se da la encrucijada entre los piratas y un pueblo que lucha por su soberanía.

El Acto Separatista de 1903 lo legitima la masa popular liberal dirigida por el general Domingo Díaz, Guillermo Andreve, Carlos A. Mendoza y Eusebio Morales en alianza con Esteban Huertas. Surge el primer ejército nacional panameño dispuesto a vencer, una vez más, a las fuerzas invasoras colombianas, ya los habíamos derrotado en innumerables combates durante la Guerra de los Mil Días.

Aspiramos a un nacionalismo ético, reflexivo y cuestionador de nuestra dinámica existencial. El compromiso colectivo es hacer nuestro futuro, a través de un Acuerdo Nacional Histórico con gobiernos fundacionales que desarrollen políticas institucionales de cara al pueblo. Con decisiones gubernamentales solidarias con los intereses del país y respetando el derecho a disentir. Para los panameños es imperativo estar por encima de los egoísmos y mezquindades partidistas, actuar con decoro e integridad pensando en el bienestar común, ese es el reto ante el nuevo milenio.

*EDUCADOR Y ESCRITOR.

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