• 15/12/2013 01:00

Yo registro, tú registras…

Partamos del hecho de que nuestros reporteros de televisión y radio no están escribiendo lo suficiente y con propiedad. Y que la modalid...

Partamos del hecho de que nuestros reporteros de televisión y radio no están escribiendo lo suficiente y con propiedad. Y que la modalidad oral, si bien le da una apariencia de inmediatez al periodismo, lo cierto es que lo degrada en calidad y solidez.

Es un hecho incontrovertible que se aprende a escribir con los ojos, así como aprendemos a hablar gracias a nuestro oído. Sin embargo, la posmodernidad, con su amplia gama de inventos (TV, internet, teléfonos inteligentes, etc.), cada vez más nos apartan de la escritura y de Gutenberg.

Sin adentrarnos en las implicaciones de los ‘medios calientes y fríos’ del filósofo canadiense Marshall McLuhan, es preciso hacer un alto para cuestionarnos sobre el lenguaje usado por el periodismo de la televisión y la radio. Lo primero que tenemos que preguntarnos es por qué estos comunicadores no están escribiendo y en su lugar desarrollan una suerte de comunicación en caliente, casi irreflexiva, cacofónica y torpe.

La escritura implica reflexión y corrección; el lenguaje oral, por su propia naturaleza, generalmente desemboca en mala construcción idiomática cuando no se tiene la práctica, el léxico y la flexibilidad de pensamiento coherente, (ejemplo paradigmático y positivo en la radio y televisión nuestra lo es Víctor Martínez Blanco.) Pretender hacer de reporteros novatos, comunicadores orales eficientes es mucho más difícil que pedirles que redacten sus notas con un mínimo de rigor.

Escribir implica leer; escribir bien, leer buenos autores. Si no se tiene la praxis de la lectura, difícilmente se podrá llegar a ser buen comunicador, porque la lectura, aparte de enseñarnos la correcta escritura, nos ilumina de conocimiento; nos obliga a pensar y a profundizar en los asuntos que se nos presenten. La lectura —pese a los miles de personas que asisten todos los años a la feria del libro— nos es un hábito muy arraigado en los panameños. Nuestros comunicadores nos lo demuestran a diario, lamentablemente. Y eso se manifiesta en la carga de lugares comunes y clisés que utilizan.

La frase de moda en la prensa televisiva y radiofónica es ‘se registró’, por decir sucedió, aconteció, acaeció, ocurrió, sobrevino, se produjo, etc., etc., etc. A veces, en la ‘contada’ (no hay otro término) que hacen de una información, la frase de marras la repite el reportero (a) cinco o seis veces… no hay sinónimo, ni se intenta buscarlo. Y ese es el otro problema, repetimos como loros sin enterarnos de que existe un libro que se llama diccionario. Y que todos los buscadores de internet tienen a mano desde el de la Real Academia Española hasta al más desconocido.

En mis clases suelo hacer un ejercicio con los estudiantes de redacción. Les dicto, entre otras, las siguientes palabras para que me indiquen su significado: fulgor, concordia, lares, terral, fragor, dilación, prez, feraz. Nadie las conoce todas y muy pocos algunas. ¿Qué ha pasado? ¿Cantamos nuestro himno nacional sin saber lo que decimos? Esto es significativo, porque el asunto, entonces, parte desde los niveles elementales de nuestra educación.

Entonces, ¿qué se puede esperar en los estadios más altos, cuando el daño ya está hecho, cuando la costumbre se ha hecho ley? Sólo insistir en que nuestros comunicadores piensen seriamente que la herramienta principal de su trabajo es el idioma. No estudiarlo a cabalidad, principalmente leyendo buenos autores, es un camino al fracaso como tales.

La apariencia y el ‘good looking’ en la televisión no debe ser ni será suficiente para determinar a un buen comunicador. Repetir frases equivocadas y huecas pensando que hablamos o escribimos correctamente, sólo demuestra la flagrante ignorancia de la que hacemos gala a través de los medios cada mañana, cada mediodía, cada noche. ¡A revisar nuestro lenguaje, a estudiar nuestro idioma!

ESCRITOR Y CATEDRÁTICO

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