• 10/02/2011 00:00

Una trampa de muerte llamada 'diablo rojo'

Desde hace mucho tiempo nuestro sistema de transporte público en la capital (selectivo o colectivo), se debate en un constante y crecien...

Desde hace mucho tiempo nuestro sistema de transporte público en la capital (selectivo o colectivo), se debate en un constante y creciente caos, anarquía y mafia, que convierte a los “operativos” y “campañas”, (dispositivos que solo las tragedias impulsan con algo de fuerza y mucho de publicidad), en paliativos realmente intrascendentes.

Este sector está reclamando con urgencia cambios profundos e irreversibles que van más allá de las “licencias y semáforos inteligentes”; las estrategias manu militari que prometió alguna vez eficaz, un ex milico del gobierno pasado o la desventurada iniciativa de pagarles seminarios de conducta por tres meses y B/.1500 para cada conductor.

Es preciso que la problemática del transporte público sea analizada y revisada desde una perspectiva tan amplia e integral, que no excluya un examen objetivo y riguroso de las principales concepciones que han venido imponiéndose en nuestra sociedad, donde el “ juegavivo ” y la impunidad a todos los niveles y en todas las clases sociales sin excepción alguna, no solo son sus soportes más representativos, sino que además, guardan una correspondencia y una complementación tan vergonzosa como inmoral.

Aquí hay un sistema que debe ser erradicado de raíz y para siempre, porque al final no se trata únicamente de eliminar a los llamados “ diablos rojos ” mediante una generosa e indigna indemnización de B/.25,000; sino de prescindir completamente de chóferes, “ pavos ”, chequeadores de paradas y propietarios de autobuses, principales responsables de todo el desastre que envuelve al transporte público colectivo en la ciudad capital y que le ha costado a la sociedad, sobre todo a sus sectores más humildes, instantes profundamente dolorosos, pérdidas de seres queridos, lesionados de por vida, traumas psicológicos, daños irreparables, sangre noble derramada sin consideración alguna.

A ellos se unen el casi permanente contubernio entre autoridades, politiquería y mafia transportista, que incitan exoneraciones y subsidios diversos, cínicos arreglos de pago de sanciones y boletas, flexibilizan normas, se resisten a otras más severas y mediatizan y comprometen el alcance de muchas leyes, ya existentes sobre el transporte. Este injustificable e incomprensible cuadro que tiene en la población de a pie a su rehén obligado y desafortunado, no estaría completo si no le añadimos la falta evidente de mantenimiento y reparaciones necesarias de los “ diablos rojos ”; a los agentes del tránsito que hacen de la coima, una forma de contraprestación tan inmoral como generalizada y a los funcionarios que por una suma seductora, limpian asombrosamente el récord de infracciones de cualquier conductor.

Hay un nuevo gobierno y hay nuevas promesas. Hay también tiempo suficiente para darle a este país y principalmente a su región metropolitana, el sistema de transporte colectivo que se merece, que aguarda y que no puede esperar más. Los 18 calcinados del bus 8B-06 del 23 de octubre de 2006, los sobrevivientes, sus familiares; todas las otras víctimas que durante muchos años han sido responsabilidad directa y exclusiva de este cavernícola sistema de transporte y todos los que aún seguimos vivos, exigimos, demandamos, que “ seguro, cómodo y confiable ”, no termine siendo un eslogan embaucador más de la politiquería criolla.

Ingeniero agrónomo.

Uno que es el grupo de Bohuslan Big Band fue en el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber

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