• 15/02/2024 00:00

Sin nada que convenza

Lo más atractivo de estas elecciones no es lo que viene, sino lo que se va. En los años posteriores a la pandemia el país entró en una especie de desidia administrativa tan autodestructiva que librarnos de esta administración, ya de por sí es bueno. Las calles destruidas, la basura saturando la urbe, la violencia tomándose las calles, protestas masivas con muertos. Los temas de corrupción, el encarecimiento injustificado y descontrolado de la vida, y la narcopolítica ganando protagonismo, le recogieron el escenario a un gobierno que se rindió antes de terminar, dando el “no más” de la política panameña. Luego, la renuncia absoluta al liderazgo generó la voraz preanárquica que hizo de Panamá un país sin destino. En consecuencia, salir de ese marasmo ya de por sí es bueno. Pero... ¿Hacia dónde, o con quiénes?

Da tristeza reconocer que nos hemos quedado sin opciones, tratando de reciclarnos con “lo menos peor” del pasado. Me niego a creer que este país tenga que llevar su panorama político, como un álbum de figuritas sin premio final. Me da mucho pesar la analogía, sin embargo, es lo que tenemos. Muchas figuritas repetidas, que nos hacen perder tiempo y dinero. Figuritas de “jugadores” que cambiaron de equipo. Figuritas de jugadores repitiendo en el mismo equipo. Figuritas de jugadores sin equipos conocidos, perfectamente sacados de la manga del poder tras el poder. Figuritas de jugadores expulsados. Figuritas de jugadores que nadie sabe para quienes juegan. Por otro lado, equipos completos, que fueron queridos antes, y que ahora sólo entran como material de relleno. Equipos nuevos, sin experiencia mundialista, clasificados a duras penas. De la forma que sea, el pueblo panameño jamás llega al mundial porque sólo lo dejan llenar el álbum. Y así vive su protagonismo democrático, como un juego ajeno, del cual apenas participa “pegando figuritas” cada quinquenio.

Si el panameño común tomara más en serio su papel democrático, su acción política, no estuviéramos comparando las elecciones con un álbum de figuritas. Si el panameño pudiera inferir la diferencia entre estratega, líder, jefe de estado y dueño..., este país fuera otro. Pero, hemos preferido que oportunistas escriban la historia de Panamá. La comodidad política nos ha dejado sin opciones. Llevamos décadas apostando (no votando, reitero) “al menos malo”, porque el poder económico parece haber secuestrado nuestra capacidad de pensar y actuar de forma políticamente responsable. Ya usted verá en unos cuantos meses, cómo muchos se arrepienten de la nueva administración. Muy pocos reconocerán que votaron por ella. Eso es, precisamente lo que debemos entender por voto irresponsable. Al votar por un candidato, no solo lo llevamos a la curul. Hay que acompañarlo, y dirigirlo el resto del camino. Votar, no equivale a ganar una apuesta de caballos. Nuestra política no debe tener el valor psicoafectivo de una apuesta, para luego culpar “al azar” de que nuevamente perdimos. Cuando uno vota y gana, asume el contrato implícito de ser responsable por su voto. Y no sólo decir: “Sí, yo voté por él o por ella”. Usted se vuelve corresponsable de lo que haga su candidato como funcionario. Debemos cogobernar con ellos, manifestarnos, exigir, protestar, dirigir. Recordarles constantemente, que el país también es nuestro. Encargarnos de que jamás olviden que se deben al pueblo. Porque un pueblo maduro democráticamente, entiende que los gobernantes trabajan para el pueblo, no el pueblo para los gobernantes. ¿O preferimos, por comodidad, seguir asumiendo el papel de víctimas? En esta elección ya todos sabemos cómo son y cómo vienen; en consecuencia, no podremos volver a decir que “nos engañaron”.

La política socialmente cómoda nos ha llevado a estas elecciones de figuritas. Ahora bien, queda en nuestras manos, hacerlas de verdad. Usted está contratando a un grupo de empleados estatales, y usted será responsable de que ellos trabajen como deben.

El autor es ingeniero en sistemas
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