• 11/05/2025 01:00

Sobre el legado literario de Rafael L. Pernett y Morales

Hablar del doctor Rafael L. Pernett y Morales es reconocer la doble vocación de un hombre que supo conjugar la medicina con la literatura. Su novela Loma ardiente y vestida de sol, publicada en la década de 1970, lo consolidó como uno de los autores fundamentales de la narrativa panameña contemporánea.

Esta obra, galardonada con el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en 1973, constituye un retrato descarnado de la vida en una barriada marginal panameña. Con un estilo directo y sin concesiones, la novela aborda temas como la pobreza, la desigualdad social y la resiliencia humana. Pocos escritores en Panamá han logrado una representación tan lúcida y penetrante de estas realidades, que aún hoy siguen golpeando con fuerza a nuestra sociedad.

Loma ardiente y vestida de sol rompió con los moldes tradicionales de la literatura nacional de su tiempo. Desde entonces, se ha posicionado —a mi juicio— como una de las grandes novelas panameñas del siglo XX, por su valentía estética y su profundidad social. No solo cambió la forma de narrar lo que sucedía en el barrio y la marginalidad, sino que posibilitó una nueva visión de la literatura panameña, incorporando nuevas voces y paisajes humanos.

El doctor Pernett y Morales nació en Colón, estudió medicina en la Universidad de Salamanca y se especializó en ecografía y ultrasonido en Costa Rica. Ejerció la medicina durante décadas en Changuinola, Bocas del Toro, y todo indica que esa experiencia vital fue el sustrato de una obra literaria que no solo retrata, sino que interpela sobre una realidad aún presente en muchas zonas del país: la exclusión persistente en medio de la riqueza.

Tuve la fortuna de conocerlo en los primeros años del siglo XXI, en su clínica de Changuinola, tras una afección de salud repentina. Su trato fue ejemplar: profesional, humano. De esa consulta nació una conversación inolvidable sobre la literatura panameña y los retos que aún enfrentaba. Recuerdo su mirada serena al hablar de los personajes que había creado, de la importancia de narrar desde los márgenes, de la urgencia de construir una literatura que no se desvincule de la calle ni del dolor colectivo.

En 2007, volvió a obtener el Premio Ricardo Miró con El indio sin ombligo. También fue reconocido por otras obras notables como Estas manos son para caminar (1976), El cazador de calendarios (1991), De once a siete (2004) y Los truenos de la Aurora (2007). Todas, a su manera, refuerzan una mirada crítica, sensible y honesta sobre la identidad panameña.

Entre los rasgos distintivos de su escritura destacan el lenguaje popular, el humor agudo y una estructura fragmentaria y conversacional, que acerca al lector al tono íntimo de los relatos orales. Sus personajes tienen voz propia; hablan con expresiones locales, con apodos y con la autenticidad de quienes han vivido lo que narran. Esa riqueza oral no es un simple adorno estético, sino un mecanismo de la memoria, una forma de rescatar lo que suele ser invisibilizado por la historia oficial.

Pernett y Morales deja un legado literario marcado por la denuncia de la pobreza estructural, la lucha por la dignidad, el sentido de pertenencia y la búsqueda de identidad. Temas que no han perdido vigencia y que nos recuerdan cuán lejos estamos de convertir la riqueza del país en bienestar equitativo.

Por todo esto, Loma ardiente y vestida de sol no solo debe ser leída, sino servir para el diálogo y la reflexión. Es una obra que habla de lo que somos, de lo que podríamos ser y de lo mucho que aún falta por hacer. Su vigencia se renueva cada vez que una nueva generación se asoma a sus páginas y descubre que la literatura también puede ser un espejo social. Leerla es un acto de conciencia y una oportunidad para entender, desde la ficción, las complejidades de la sociedad panameña. Leerlo es también un ejercicio de memoria crítica, un diálogo de lo que hemos heredado y lo que podríamos transformar.

En tiempos donde se multiplican las voces, pero escasean las que logran trascender, vale la pena regresar a obras como esta, que no solo narran con maestría, sino que incomodan, despiertan y empujan a pensar el país desde sus heridas más profundas. Rafael L. Pernett y Morales no escribió para la vanidad literaria, sino para la dignidad humana, tampoco lo hizo desde el resentimiento, sino desde la ética del compromiso con los más olvidados. Y eso, en cualquier época, es lo más revolucionario que puede hacer un escritor.

*El autor es escritor panameño
Lo Nuevo