• 28/03/2024 00:00

Socialismo con peculiaridades chinas

Un análisis de las peculiaridades del socialismo chino nos mueve a preguntar: ¿Por qué es importante hoy explicar este tema?

El socialismo chino tiene una personalidad propia, un sello que lo distingue de otros procesos de desarrollo.

Aunque no siempre se señale, el socialismo chino tiene profundas raíces en su historia antigua. La misma eleva a principio de gobierno fundamental el objetivo de lograr la felicidad del pueblo y no la del emperador, que es la tarea prioritaria de todo socialismo hoy.

En la memoria de China están las enseñanzas de sus grandes filósofos desde Lao Tsé, Confucio y Sun Tzu, contemporáneos en el siglo VI antes de nuestra era, que sentaron las normas éticas, políticas y militares de la nación (bondad, justicia, compasión, respeto, igualdad, paz y no guerra) que han prevalecido a través de la historia.

Pero es la revolución liderada por Mao Tsé Tung la plataforma que lo inicia, lo explica y justifica todo.

Durante mucho tiempo, “las tres generaciones del grupo de liderazgo central del partido, con Mao Zedong, Deng Xiaoping y Jiang Zemin como núcleo, llevaron al partido a explorar y estudiar continuamente el tema principal de la construcción del socialismo”.

Deng Xiaoping consideraba que era legítimo y deseable perseguir la riqueza; buscar la inversión extranjera; aumentar la producción y asegurar el bienestar general.

Pero es el pensamiento de Xi Jinping la expresión más fiel del marxismo tal como se aplica en la actualidad, en tanto que se considera solo como “relevante” el aporte de Deng Xiaoping.

El socialismo chino se basa en el marxismo clásico adaptado a la realidad nacional e internacional.

Recuerdo haber participado en Holanda en 1970, en el Instituto Internacional de Estudios Sociales de La Haya, en una conferencia del famoso sociólogo alemán, Norbert Elias, considerado entonces como “el nuevo Marx”. Norbert Elias escribió un grueso libro, “Sobre el proceso de la civilización”, antes del nazismo, por el cual fue perseguido.

La sala estaba atestada de prestigiosos académicos europeos que debatían sobre cuáles debían ser los objetivos del desarrollo.

Cansado yo de escuchar dar tantas vueltas, le pregunté a la sala: ¿por qué no dicen simplemente que el fin del desarrollo es llevar la felicidad a los pueblos? Quedaron todos estupefactos ante mi osadía, pero nadie me respondió, incluyendo al “nuevo Marx”.

Ahora nos enteramos que una de las peculiaridades chinas consiste no solo en hacer feliz al pueblo – un concepto milenario -, sino en darle todo el poder para que él mismo administre todo lo que existe.

Las peculiaridades chinas incluyen construir un país bello desde todo punto de vista, incluido el ambiental.

Como apunta la teoría clásica, se debe eliminar la explotación, origen de las clases sociales; la contradicción entre hombre y naturaleza, para restaurar la armonía entre ellos; la opresión de un sector social sobre el resto de la sociedad, convertido en clase dominante, así como la desigualdad dentro de un mismo sector social.

Es indispensable cerrar el trecho entre las crecientes necesidades de la población y el desarrollo desequilibrado.

En la antigua Unión Soviética se consideraba la economía planificada como forma para asignar recursos a través de medios administrativos. El socialismo chino trata de construir una economía de mercado socialista y optimizar la asignación de recursos bajo el macro control nacional.

A pesar de que la prosperidad común es un objetivo del socialismo, no todos se pueden hacer ricos al mismo tiempo, y habrá diferencias según el sistema de incentivos. Pero la pobreza y el igualitarismo no son signos de socialismo.

El presidente Xi Jinping hizo énfasis en la necesidad de no usar el poder contra otros y más bien profesar un amor profundo por la gente. El objetivo básico del socialismo chino es lograr una sociedad “modestamente acomodada” y erradicar la pobreza extrema, una meta lograda casi en su totalidad.

Es preciso “prestar atención a la equidad social, centrarse en elevar el nivel de ingresos de las personas de bajos ingresos, ampliar la proporción de personas de ingresos medios y regular los altos ingresos, prohibir resueltamente los ingresos ilegales, para que todas las personas puedan compartir los frutos del desarrollo”.

No en vano fuentes independientes de Occidente registran una alta aprobación al gobierno por parte del pueblo chino.

Sin democracia no habrá socialismo ni modernización socialista. Hay que “promover la diversificación, la libre discusión, la libre creación y el libre desarrollo de diferentes escuelas y diferentes estilos, para que compitan cien escuelas de pensamiento”.

Al mismo tiempo, porque el socialismo chino no es xenófobo ni racista, “se debe absorber, aprender racionalmente todas las cosas buenas de la cultura extranjera”.

Es indispensable “emancipar la mente; buscar la verdad a partir de los hechos y utilizar la práctica como único criterio para probar la verdad”.

A mi juicio, las peculiaridades del socialismo chino también se extienden a las relaciones internacionales; a saber, la búsqueda de un sistema multipolar que excluya todo hegemonismo e imperialismo, de manera que se alcance un destino compartido de la humanidad; defender el principio de “un país, dos sistemas” y promover la reunificación nacional.

Regreso a mi primera pregunta de por qué es importante hoy explicar el socialismo con peculiaridades chinas.

La Guerra Fría ha dividido al mundo con mentiras y difamaciones y pintado a la China como el mismísimo Satanás.

Para que otra Guerra Fría no nos sorprenda, es necesario conocer el socialismo con peculiaridades chinas para que el mundo sepa que el antiguo Reino del Medio no necesita guardar ningún secreto ni ocultar ningún misterio.

El autor es internacionalista
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