• 10/08/2023 00:00

Traiciones, complicidad y violencia sexual y familiar

“[...] es importante tener presente que la violencia es un asunto social, de salud, de derechos humanos y, por ende, un problema que nos atañe a todos”

Cuando hablamos de traiciones en el Derecho Penal, nos vienen a la mente los delitos de traición a la Patria (arts. 425 y 426), Delitos contra la Personalidad Jurídica del Estado, en la que hay una violación de la fidelidad debida, una deslealtad, en que el sentimiento de patria queda lesionado por la ejecución de estos hechos.

Sin embargo, el papel de la traición puede contextualizarse en otros hechos que contempla el Código Penal, en el que se exige que la persona sea sincera, íntegra, recta; en otras palabras, que sea una persona confiable y, por ende, que actúe con respeto hacia los demás.

Y es que los valores antes señalados son importantes en las relaciones humanas, de pareja, trabajo, y también en las relaciones de amistad con los vecinos y la comunidad, no obstante, nadie escapa de ser traicionado.

En ese contexto, recordemos el asesinato de Julio César en una reunión del Senado romano por Marco Junio Brutus, la traición de Judas Iscariote a Jesús por treinta monedas, y por ahí, hace algún tiempo, hay una novela turca, “Traicionada”, que relata la historia de una doctora que cree que tiene una vida perfecta, hasta que se da cuenta de que su marido le es infiel y luego descubre que todas las personas cercanas a ella lo sabían y se lo ocultaron.

Ahora bien, en concreto, en los casos de violencia contra la mujer, violencia sexual y maltrato de niños y adultos mayores, en la que, por su condición, se deposita la confianza al cónyuge, pareja, familiares y cuidadores, entre otros, en general, la confianza juega un papel primordial, porque cuando confiamos, pensamos que estos nos van a cuidar y proteger, y van a ser leales; sin embargo, no siempre resulta así, porque, además de que somos objeto de violencia por el agresor, resulta que también nuestros familiares son cómplices del agresor.

Hay un dicho que todavía se repite, que “en peleas de marido y mujer nadie se debe meter”, y para algunos todavía es un asunto privado, aunque ya hay castigo para la violencia doméstica (1995), el Femicidio, y la violencia psicológica y económica, aunque, valga señalar, mientras se dan las discusiones y los golpes, los vecinos aprovechan rápidamente para bajar el televisor para escuchar, no hacen nada, y mucho menos llaman a la policía para evitar hechos graves.

Otro asunto que es relevante también, es respecto al abuso sexual de menores de edad y en los casos de maltrato en general, en que se cometen abusos, se traiciona la confianza, y en ocasiones no son denunciados, y en el caso de las niñas quedan embarazadas, de su padres, padrastros o hermanos de las víctimas, y queda un silencio y complicidad de los miembros de la familia, que permite que los agresores no sean castigados.

Finalmente, pese a estas situaciones, advertimos que cada vez más se está tomando conciencia de la cultura de la no violencia y de la tolerancia cero contra el abuso sexual de los menores, por lo que es importante tener presente que la violencia es un asunto social, de salud, de derechos humanos y, por ende, un problema que nos atañe a todos.

Catedrática de Derecho Penal, UP.
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