Universidad y estudio de los problemas nacionales

  • 04/05/2025 00:00

La Universidad de Panamá desde sus orígenes ha sido blanco de ataques por los que desdeñan la educación superior pública, experiencia vivida por el presidente de la República, Harmodio Arias Madrid, puesto que, cuando adoptó la decisión histórica de crearla enseguida hubo detractores, quienes opinaban que no había suficientes estudiantes, profesores, tradición universitaria, recursos económicos y estudios que justificaran su fundación. Proponían que era mejor crear una Universidad Panamericana y recurrieron a la descalificación política y personal, al decir que el presidente lo que buscaba era protagonismo en el final de su periodo de gobierno.

En la actualidad debe admitirse que la institución confronta desafíos, pero no es posible desmeritar que desde su fundación se ha erigido en conciencia crítica de la nación. Previo a la fundación de la Universidad de Panamá, egregias personalidades como Eusebio A. Morales y Octavio Méndez Pereira coincidían en que la problemática nacional debía ser laboratorio de toda su actividad académica. El primero proponía que los estudios universitarios debían formar a los dirigentes capaces de estudiar y resolver los diversos problemas nacionales (Morales,1999). Mientras que el segundo consideraba que la universidad debía ser “vigía de nuestros pueblos y celosa defensora del porvenir” (Méndez, 1925).Al inaugurarse la Universidad Nacional de Panamá en 1935, el presidente Harmodio Arias Madrid, estableció que su misión era formar a los profesionales que resolverían los problemas de la sociedad.

Desde su inicio se planteó que la universidad al reunir la intelectualidad es el cerebro de la nación y constituye la institución más autorizada ante los problemas nacionales y sociales. El primer rector de la universidad insistía en que tenía que ser “centro de estudios de los problemas panameños”. Esta misión de la universidad fue constitucionalizada por la Segunda Asamblea Nacional Constituyente de 1945, ya que al aprobar la Constitución de 1946 otorgó la autonomía universitaria y mandató que la universidad incluyera en sus actividades el estudio de los problemas nacionales, norma suprema mantenida en el artículo 103 de la Constitución vigente.

La misión constitucional universitaria de incluir “en sus actividades el estudio de los problemas nacionales” constituye un compromiso asignado por la sociedad y significa que a la Universidad de Panamá le es inherente la responsabilidad pública de investigar los problemas nacionales, generar nuevos conocimientos para construir propuestas de soluciones alternativas, formar a ciudadanos y profesionales comprometidos, capaces de entender y luchar por la superación de las dificultades nacionales, así como ser escenario de debate y ejercer una función crítica.La autonomía de la universidad, elevada a norma constitucional, garantiza que pueda dedicarse al estudio de los problemas nacionales, sin injerencias externas, intimidaciones o condicionamientos. Esta autonomía ha adquirido nuevas dimensiones, tal es un mayor involucramiento propositivo e innovador con los retos nacionales, lo que equivale a su ejercicio con más compromiso social.

La universidad a lo largo de sus casi 90 años de existencia ha formado a la mayoría de los profesionales del país, a quienes les ha tocado enfrentar los problemas nacionales en la esfera pública, privada y ciudadana, gracias a los esfuerzos de dotarles de una formación integral. Al mismo tiempo ha participado en la agenda nacional con el resultado de sus investigaciones, recomendaciones y propuestas, al igual que ser un campo confiado para el debate, diálogo y encuentro. Esto es lo que genera ciudadanía participativa universitaria y ser reconocida como conciencia crítica de la nación.

La participación de la universidad en los problemas nacionales es un deber y un derecho constitucional, lo que trasciende el criterio y papel de las autoridades, siempre transitorias. Por consiguiente, darles la espalda a los problemas nacionales o realizar cualquier acto que trate de impedir que la institución confronte la problemática del país, es incurrir en una acción inconstitucional sancionable y antihistórica, porque viola la Constitución y atenta contra una de las columnas más emblemáticas y funcionales de la nación panameña.

Sin considerar la contribución de la Universidad de Panamá, no se puede valorar la evolución social y nacional, la conquista del Canal y la soberanía total del Estado panameño. Ella ha sido la principal forjadora de patriotas, reflejado en sus egresados y su influjo en la sociedad, resguardo de la memoria histórica y afianzadora de la identidad nacional. Su creación y existencia constituye uno de los mayores aciertos de la República, merecedora del respeto y reconocimiento nacional e internacional. Por tanto, lo que se requiere es su fortalecimiento, pues es una institución que representa la personalidad del Estado y pueblo panameño.

En los escenarios futuros se considera que los vínculos con la sociedad continuarán como una de las fortalezas de las universidades públicas, de ahí su necesaria contextualización territorial y social. Dada la concentración de una gran parte de profesionales de diversas disciplinas en sus campus, la universidad proseguirá no solo en ser un espacio idóneo para el estudio, debate y generadora de ciudadanía crítica, sino también como un campo privilegiado para el diseño del mejor proyecto nacional.

*El autor es profesor de la Universidad de Panamá
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