Un esfuerzo mal acompañado

Yo soy de los panameños que vemos con buenos ojos el esfuerzo que hace el presidente Mulino en sus viajes, promoviendo el país, y quiero exponer la importancia, e incluso la necesidad que tenemos para hacerlo. Panamá es un país sin moneda propia, tenemos el dólar como moneda de curso legal. Por tanto, nuestra economía depende de los dólares que circulan, y esos dólares provienen de dos fuentes exclusivamente, la primera, de los préstamos que recibimos, tanto el gobierno como el sector privado, para cubrir las obligaciones presupuestarias o inversiones. La segunda fuente, es de lo que exportamos, productos y servicios. Entendamos algo, al no producir dólares, estos hay que ir a buscarlos fuera, al mercado mundial porque el mundo entero paga el dólares.

¿Y que exportamos? bueno, algunos productos del agro, metales, habitaciones de hotel y servicios turísticos, tránsitos por el canal, transacciones bancarias, servicios logísticos, banderas de conveniencia, registros corporativos, derechos de propiedad inmueble, etc. No es importante en este análisis, establecer el monto global que representan todas estas exportaciones, pero sumadas a los ingresos por prestamos que recibimos, constituye el circulante de nuestra economía.

Los impuestos son otra cosa, porque también se pagan en dólares que no producimos, dicho en jerga popular, son los mismos dólares los que usamos para comprar el super, para pagar los impuestos y para pagar lo que compramos en Amazon.

Dicho esto, entendemos que es vital para la economía, que vengan inversionistas internacionales, con muchos dólares “frescos” y los distribuyen en la economía mediante inversiones, puestos de trabajo, impuestos, intereses, etc. etc.

Por ello es importante y necesario que nuestras autoridades, y especialmente con el liderazgo del Presidente, se busquen esas inversiones foráneas.

Sin embargo, no se trata solo de promover el país ante personajes de mundo empresarial global, tan importante como esto es garantizarles un escenario donde la gestión de la inversión se facilite, donde se elimine la burocracia y la discrecionalidad de funcionarios que piensan que el usuario es su enemigo, y ahuyentan esa inversión que el Presidente con tanto afán busca.

Quien como yo hemos tenido la posibilidad de interactuar con algún inversionista extranjero interesado en invertir en Panamá, sabemos que nos enfrentamos al mismo suplicio, trámites absurdos, formalidades injustificables, funcionarios inaccesibles, y una actitud propia de quien considera que, en lugar de brindar un servicio público, está haciendo un favor personal.

Es necesario garantizar al inversionista foráneo que existe un real estado de derecho, donde la justicia es imparcial y resuelve rápido los conflictos, donde la corrupción es perseguida y castigada ejemplarmente y donde hay mano de obra calificada y especializada. Pero lamentablemente seguimos muy lejos de esos estándares de calidad. No lo digo yo, lo ha dicho reiteradamente el presidente Mulino.

Que buscan esos inversionistas para traer sus dólares, para comenzar dos cosas fundamentales, estabilidad política y financiera y posición estratégica. Y eso lo tenemos. Lo otro es una administración pública transparente, eficiente, ágil, colaboradora o facilitadora. Y eso no lo tenemos. Ya es hora de que las instituciones y los funcionarios se alineen con el Presidente en el esfuerzo de atraerá la inversión que tanto requiere en país en estos difíciles momentos y produzcan esos cambios que tanto se anuncian pero que poco se alcanzan.

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