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- 06/09/2011 02:00
De la vida humana y de la conciencia moral
ACADÉMICO NUMERARIO DE LA ACADEMIA PANAMEÑA DE LA LENGUA.
Una genuina Antropología Cristiana está en la base misma de la rigurosa e iluminadora Encíclica Humane Vitae, firmada por el Papa Pablo VI, el 25 de julio de 1968.
Esa Antropología Cristiana tiene su fundamento en el hondo Magisterio de la iglesia. Y en la tradición.
Los movimientos anticonceptivos; y, ya, hasta los grotescamente abortivos, en su oscura y creciente actividad de irrespeto a la Vida Humana Naciente, han provocado, creo, paradójicamente, un acercamiento (por parte de teólogos, filósofos y científicos expertos en antropología y en genética) a la Humanae Vitae... Una profunda reflexión teológica en torno a esta Encíclica, ha revelado su extendida, alta y profunda dimensión moral.
Se descubre así, cada día, la inmensa riqueza teología y la Verdad Moral de esta providencial Encíclica... Es y seguirá siendo conciencia moral del mundo... Freno moral.
El cardenal Hugo Poletti dijo hace algunos años: ‘Allí donde la Teología ha disentido de la antropología de la Humanae Vitae, se ha empobrecido terriblemente como Teología’.
En este tiempo de ‘abortos terapéuticos’, de ‘niños de probeta’ y de ‘madres de alquiler’; y, por ende, de ‘familias como contra natura’, es necesario, vital y humanamente necesario, volver la mirada, el corazón y el espíritu a la Encíclica de Pablo VI: a la ‘Humanae Vitae’.
Y es esencial, también, volver a la Exhortación Apostólica, ‘Familiaris Consortio’, y a la Instrucción ‘Donum Vitae’... (Esta última dedicada a los problemas bioéticos suscitados por la procreación artificial: método ‘inventado’ con posterioridad a la ‘Humanae Vitae’).
Estos tres documentos son fundamentales para comprender y respetar, humanamente, la dignidad, de la vida toda; y de la Vida humana, en particular, del matrimonio y de la humana familia, en su dimensión natural y sobrenatural.
Recordemos que los aspectos unitivo y procreador del acto conyugal son inseparables... Por eso se afirma que la contracepción y el aborto destruyen la unidad y la unicidad antropológicas del amor conyugal... ‘Y se harán una sola carne’.
Frente a la ‘Humanae Vitae’ muchos (incluso teólogos) opusieron y oponen lo que llaman la ‘verdad de la conciencia’; una conciencia que frecuentemente, en nuestro tiempo y en nuestra circunstancia, deja de ser ‘Conciencia Moral’, para ser deforme subjetivismo.
Es que ‘la voz de la conciencia no siempre es la voz de Dios’, como lo ha dicho Monseñor Álvaro del Portillo.
Él ha dicho, también, que es en el seno de la Iglesia ‘donde la Conciencia Moral crece y madura’.
Acaso son muchos los que se oponen a las enseñanzas de la iglesia, y plantean el hecho cierto de que la conciencia del hombre ha de ser libre, y que es posible, dicen, que la participación del Magisterio de la iglesia pueda limitar esa indeclinable libertad de las conciencia... A esto responde Ramón García de Haro, prelado romano.
‘Es un error pensar que la dignidad de la conciencia se base en su independencia de la Ley Divina, como si ésta limitase el buen juicio y la creatividad humanas’. Y hasta la Libertad.
Y más profundamente lo dijo el Santo Padre, Juan Pablo II, durante la Audiencia que concedió al II congreso de Teología, celebrado en Roma en 1988:
‘... invocar a la conciencia para poner en discusión la enseñanza del Magisterio comporta el rechazo de la concepción católica tanto del Magisterio como de la Conciencia Moral...’. ‘... No se puede decir que un fiel ha llevado a cabo una diligente búsqueda de la Verdad si no tiene en cuenta lo que el Magisterio enseña; si equiparándola a cualquier otra fuente de conocimiento, se erige en juez de la Doctrina; si, en caso de duda, prefiere seguir la propia opinión o la de ciertos teólogos, en vez de la enseñanza cierta del Magisterio’.
Recordemos que la fuente de la Cultura Occidental es como una triada infinita: la Raíz Griega, la Raíz Latina y el Cristianismo. La decisión socrática es esencia de la Raíz Griega: Sócrates distingue entre la simple opinión y el saber; entre opinión y Verdad… La opinión es manipulable y tornadiza; la Verdad es una, y perdurable. La ‘civitas’ latina es la fuente griega, la fuente latina y la fuente judeo-cristiana, raíz de nuestra Cultura, de nuestra Conciencia Occidental. Cicerón intuyó la existencia de una Ley Universal ‘que no está impresa en ningún Código sino en el Hombre como tal, en todo Hombre’… Por eso hizo extensiva la Ciudadanía Romana a todos los hombres: ‘Urben Fecisti Quod Prius Orbis Fuerit’: la humanidad se hará una sola ciudad.
Hay una ley anterior a toda ley hecha por el Hombre; una ley que no se basa en el poder de quien procede. ‘Una Ley Universal y Natural’… de ella nace lo justo, y nacen el Bien, la Verdad y la Vida, la Justicia, y más… Desde el más grande Amor…
La tercera fuente de la Conciencia (Cultura) Occidental es el Cristianismo… San Agustín escribió:
‘La justicia sobre la tierra consiste en el mando de Dios sobre el Hombre que obedece; del espíritu sobre el cuerpo; de la razón (y el buen juicio) sobre los vicios’…
Y hoy podríamos agregar: de la vida sobre la muerte.
El Cristianismo exalta y tutela el valor infinito de la Persona Humana. Se dice, por eso, que ‘el aborto, en cuanto acto permitido por el Estado, cercena las tres raíces que nutren la Conciencia Occidental’.
La sacralidad de la vida humana y su inviolabilidad, sin excepciones, no puede ser un asunto de opiniones.
La Vida es sagrada. Y desde el instante mismo de la concepción del ser humano, hay ya una Vida Humana. Humanamente… Física y espiritualmente, y más…
El ‘no nacido’, ‘el que debe nacer’, el ser en gestación, desde su primer día, desde sus primeros instantes, es una Vida Humana… Y no hay homicidios pequeños, ni minúsculos. Todo homicidio es eso: homicidio. (Hoy se busca hacer el niño sin hacer el verdadero amor, y hacer el amor sin hacer el niño).
La Vida Moral está (y debe estar) en el centro de todo pensar y hacer del hombre.
El individualismo olvida que toda persona es un ser para la projimidad, un ser que vive en sociedad. Y la sociedad no es un simple agregado de individuos; es y debe ser una comunidad (comunión) de personas.
El colectivismo, por su parte, olvida que la persona es anterior a la colectividad… Por eso se dice, con recto juicio, que las relaciones sociales no son ‘EL’ Hombre, sino que son ‘DEL’ Hombre.
No se debe, por otra parte, confundir Moralidad con ‘Legalidad’; ni consenso u opinión mayoritaria con Verdad…
Es evidente que la Moral de Situación y el moralismo (la Moralina), abren caminos para la injusticia, para la ley de los más poderosos, para la opresión, para la cosificación de la Vida, para la mentira de la propia conciencia.
¿Si el ordenamiento jurídico no sirve para proteger la Vida Humana, para qué sirve entonces?... ¿Para proteger al criminal, al delincuente, al terrorista, al traficante? ¿Para matar al indefenso…, a el que debe nacer?