• 23/05/2017 02:00

Impunidad y criminalidad

Cuando impera la justicia, la primera consecuencia es la paz social, porque la certeza del castigo funciona como factor disuasorio.

La administración de justicia es fundamental para la vida en sociedad, porque, frente a cualquier inobservancia o violación de las normas que regulan las relaciones, su deber es restaurar el equilibrio, tanto para que se repare el daño causado a la víctima como para que el infractor pague las consecuencias por la ilicitud de su conducta; y así la sociedad comprenda tanto los riesgos como las ventajas de respetar o no el ordenamiento jurídico vigente. Cuando impera la justicia, la primera consecuencia es la paz social, porque la certeza del castigo funciona como factor disuasorio. Sin embargo, cuando el sistema de administración de justicia falla, indistintamente de la causa, se pierde el equilibrio y priva la impunidad, lo que a su vez propicia la inseguridad y favorece el aumento de la criminalidad y la violencia. La paz social se sustenta en la eficiencia funcional del sistema de administración de justicia; por ello es indispensable que, sobre todo los servidores públicos de los tres órganos del Estado, tomen consciencia de lo que implica el cabal cumplimiento de sus deberes y contribuyan, responsablemente, al bienestar colectivo. La idoneidad es importante, pero la ética es esencial, porque fortalece la independencia; mientras que el autoritarismo, la venalidad y la justicia selectiva son devastadores, provocan graves daños; entendámoslo antes que sea demasiado tarde.

Lo Nuevo