Huecos, baches o alcantarillas sin tapa ponen en riesgo a los conductores que transitan por las deterioradas carreteras de Panamá, bajo lupa con una nueva...

El bochornoso espectáculo del que fue testigo el país, cuando dos diputados terminaron a los puños, nos recuerda todo lo que no debe ser la política y en lo que lamentablemente se ha convertido la Asamblea Nacional. No es la primera vez que parlamentarios panameños se fajan a golpes. Son tristemente célebres casos de ese tipo en la maltrecha democracia surgida de la invasión en 1989. Eso no significa que la violencia es parte de la cultura política del Legislativo, ni tampoco que ahora se pretenda normalizar el uso de la crispasión y diferencias políticas -o personales- como excusa para legitimar la violencia. Nada justifica una agresión física en un espacio donde debe primar el debate de las ideas y no la fuerza bruta sin sentido. La Asamblea debe abrir una investigación sobre qué ocurrió en este altercado y aplicar las sanciones para los responsables, compliendo con el debido proceso y las garantías necesarias. Pero, sobre todo, el Legislativo debe jugar de una vez por todas su rol histórico como contrapeso del Ejecutivo. Fueron incapaces de llevar una discusión de altura sobre la seguridad social, lo que devino en la crisis que hoy seguimos pagando como país. Panamá no necesita shows mediaticos ni politiqueros, sino un debate serio sobre los problemas nacionales. Diputados, cumplan su trabajo.