Cambiar el discurso

Los panameños vivimos en una vorágine de desprestigio mutuo que nos está provocando una recesión en todo el sentido de la palabra. Esta manera de llevar las cosas ha sido una práctica recurrente a lo largo de los últimos 27 años, luego de la invasión estadounidense a Panamá. Lamentablemente cada cinco años se agrava, por lo que urge salir de este gran problema y empinarnos sobre el discurso pesimista y descalificaciones entre nosotros mismos. ¿Cuál es el Panamá que queremos? Esa es la pregunta a la que hay que darle respuesta. Todos aspiramos un país desarrollado, con escuelas y universidades de excelencia; con un sistema de justicia eficiente y justo; una clase media robusta y un sistema de salud de primer mundo, entre otras muchas cosas. ¿Cómo lograr todas esas aspiraciones? Las respuestas pueden ser múltiples, no obstante lo primero que hay que hacer es empezar a solicitarlas. Lo que no debemos seguir haciendo es vender un país de pobres, un país de mediocres, un país de hampones o un país de juegavivo... Hay que cambiar el discurso, porque Panamá es más que un país de bribones que no hacen otra cosa que estudiar las formas de saquear el país. La gente buena y progresista es la inmensa mayoría y esa gente no puede estar gobernada por enanos que solo piensan en cómo beneficiarse de los negocios con el Estado, so pretexto de que hacen el bien común a favor de los más desposeídos. ¡Los buenos somos más!