• 04/10/2017 02:00

La constante política

El último buen ejemplo de cómo se administra la cosa pública lo dio el expresidente José Mujica en Uruguay

Dicen que las mentiras tienen patas cortas y parece que es verdad. Hace unos meses La Estrella de Panamá publicó unas glosas sobre irregularidades en Ecuador con el vicepresidente Jorge Glas.

El entonces mandatario Rafael Correa cuestionó fuertemente a este diario e hizo programas enteros para criticarnos. Hoy, Glas tiene detención preventiva y, aunque Correa ya no está en el poder, sabe perfectamente que por más que se tape, la verdad siempre saldrá a la luz. Y es que el poder es efímero y traicionero. Que te llena de amigos que luego se convierten en los principales traidores.

Es como una constante y en política es lo común. Hay personas que llegan al poder haciendo cuanta promesa. Cuando logran su meta, se transforman. Primero que no cumplen ni un tercio de lo que prometieron y, segundo, que hacen cosas que a todas luces afectan a los ciudadanos. Se vuelven locos con el poder, para luego caer presas de sus propios errores.

La constante política en Panamá es que hasta ahora ningún mandatario ha logrado repetir su partido en el poder y que cuando dejan el cargo, todos —salvo el caso de Ricardo Martinelli y eso por la condición especialísima que mantiene con Cambio Democrático— no solo pierden el poder, sino su propio partido (Endara, Pérez Balladares, Mireya, Torrijos...). Este es un claro ejemplo de una realidad insoslayable que todos los políticos deben tener en cuenta.

El último buen ejemplo de cómo se administra la cosa pública lo dio el expresidente José Mujica en Uruguay, quien gobernó el país bajo un manto de democracia admirable. Dejó el cargo tan humilde como entró. Y lejos de ser un perseguido por la justicia, Mujica es una figura internacional que tiene peticiones por montón para que les hable de su trayectoria, para que los oriente, para que los anime sobre cómo vivir en un país mejor. Ojalá el ejemplo de Mujica se repita en nuestros países y no la constante política de los presidentes huyendo de la justicia.

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