• 27/02/2021 00:00

Bandas sospechosas

“La desconfianza se incrementa día a día, ya que en el ADN de los atracadores nativos no existe el arrepentimiento y parece que nunca surgirá un político o expresidente arrepentido […]”

Desde hace varias décadas, se ha desarrollado en nuestro país un clima de sospechas en contra de los gobernantes y políticos. Una de las razones que fortalece esta sospecha generalizada es que muchas de estas personas entraron “limpias” a la vida política y salieron millonarias. La mayor agravante para incrementar este cúmulo de sospechas es que a la mayoría de ellas jamás las autoridades le han tocado un centavo de sus enormes y evidentes fortunas, las cuales fueron obtenidas en el ejercicio público. Además, es obvio que la desesperanza aumenta en la población y ya nadie tiene fe en que la política del atraco al erario se suprima algún día para bien del país. La desconfianza se incrementa día a día, ya que en el ADN de los atracadores nativos no existe el arrepentimiento y parece que nunca surgirá un político o expresidente arrepentido similar al salvadoreño Antonio Saca, quien, en un acto de profunda sinceridad y constricción, le contó al país de dónde había sacado cada centavo de sus 300 millones de dólares que acumulaba y denunció a todos los funcionarios cómplices, bebiéndose la cicuta del arrepentimiento y pagando una condena de 10 años. Cada vez que la población panameña sufra la deficiencia de los servicios públicos por las consecuencias nefastas del despilfarro y del endeudamiento, debe tener la certeza de que un porcentaje de responsabilidad les corresponde a los políticos panameños que han metido las manos en los fondos del Estado y también a aquellos que apadrinan la impunidad desde los estrados de la vindicta pública o de la justicia.

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