• 24/07/2022 00:00

Bolívar y un ideal que se ha olvidado

En un día como hoy, que conmemora el natalicio de Simón Bolívar (Caracas 1783 - Santa Marta 1830), pensador y artífice de libertades, iniciar estas líneas supuso reflexionar sobre lo que fuimos, el lugar en el que estamos y hacia dónde nos encaminamos, como país y región.

En un día como hoy, que conmemora el natalicio de Simón Bolívar (Caracas 1783 - Santa Marta 1830), pensador y artífice de libertades, iniciar estas líneas supuso reflexionar sobre lo que fuimos, el lugar en el que estamos y hacia dónde nos encaminamos, como país y región.

La globalización propia de este siglo, supone una mirada profunda de nuestros vecinos, hacia el norte y el sur, el este y el oeste, donde el fuego sociopolítico, exacerbado en los últimos años, ha sido la prueba del descontento hacia las fuerzas del poder, que resquebrajan sin recato, cada vez más, la institucionalidad.

Ya hacia 1826, y en la efervescencia de las revoluciones independentistas de hispanoamérica Panamá, con un rol protagónico, acogió - en el seno de lo que hoy conocemos como Palacio Bolívar- el Congreso Anfictiónico, convocado por El Libertador, una cita que más allá del objetivo de crear una confederación de pueblos iberoamericanos, desde México hasta Chile y Argentina, invitaba al empuje de la unidad y la democracia. Sin embargo, esta aspiración legítima de la integración latinoamericana, el gran “sueño” de Bolívar, cimentado en la búsqueda de identidad, y en un constante raciocinio intelectual, se vio frustrada debido a hostilidades políticas.

Hoy, nos situamos en una región donde los debates de los “líderes” se someten a cuestiones en torno a “izquierdas y derechas”, “partidistas o independientes”, pero poco rescatan las implicaciones reales de la gobernabilidad, la institucionalidad y la democracia, ni mucho menos el rol de Panamá, como actor relevante, a este respecto.

Ya en 2007, la Organización de Estados Americanos, durante la Conferencia de Montreal, dictaba que la falta de gobernabilidad era uno de los mayores desafíos de Latinoamérica y el Caribe para incorporarse al ritmo y a los nuevos escenarios económicos del mundo. La escena actual muestra, que lejos de avanzar, seguimos atascados en las viejas heridas y vicios que no cicatrizan.

El ejercicio que resta por hacer es preguntarnos: ¿Existe una voluntad mayoritaria manifestada por gobernantes y organizaciones políticas para rescatar la gobernabilidad? Estamos a tiempo, es urgente accionar; el trabajo es arduo.

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