Un buen estudiante, tranquilo y algo introvertido, que fue monaguillo y empleado en un supermercado antes de alcanzar la fama. Esos son algunos retazos...

El Presupuesto del Estado para el año fiscal 2026 es ambicioso: 34.900 millones dólares. El Gobierno ha prometido que se trata de una inversión histórica para impulsar la infraestructura y mover la rueda de la economía. “El endeudamiento no puede seguir siendo la regla”, lanzó el ministro de Economía y Finanzas, Felipe Chapman, quien ha reconocido que el peso de la deuda y los “salarios especiales” absorben buena parte del aumento presupuestario. Pero no basta con reconocer el problema. Panamá necesita un Estado que gaste mejor, no simplemente más. Las planillas del sector público no pueden seguir creciendo -muchas veces respondiendo a compromisos políticos y clientelistas- ni tampoco el aumento injustificado de salarios -sin meritocracia ni sustento- a funcionarios. El país enfrenta un problema estructural que ya no se puede seguir postergando: la falta de transparencia, el exceso de gasto politiquero en planillas y una economía que necesita activarse en pro del bienestar de la mayoría. Es imperativo la reactivación con una estrategia clara que promueva el sector productivo, fomente la competitividad e incentive a la pequeña y mediana empresa. El presupuesto 2026 puede ser una oportunidad, pero sólo si se administra con disciplina fiscal y enfoque en resultados. Lo contrario sería repetir el ciclo vicioso de endeudamiento, despilfarro y frustración ciudadana que tanto daño ha hecho al país.