Hace 52 años, el 11 de octubre de 1968, Panamá sufrió un golpe de Estado, en el que se derrocó al presidente constitucional Arnulfo Arias Madrid. La administración militar del Estado tuvo dos períodos importantes: el éxito y la decadencia. Duró 21 años y dejó una huella profunda en la sociedad panameña. Al margen de quien defienda el golpe y quienes lo cuestionen, lo más importante es reflexionar sobre la causa que provocó ese golpe. En 1968, la corrupción estaba en su máximo apogeo. La crisis política, económica y el deterioro social llevaban a Panamá a una situación sin precedentes donde no había un horizonte ni esperanza para la población. La educación estaba en manos solo de pocos, por lo que la ignorancia permitía el florecimiento de la corrupción. Triste es que luego de vivir toda esa experiencia durante 21 años de dictadura, Panamá se haya retrotaído a 1968, donde la corrupción campea a sus anchas. Y no es culpa más que de la propia sociedad que no ha sabido educar líderes con valores y principios y mucho menos salir de este modelo político presidencialista que desde aquella época ya había fracasado. Hoy, cuando se cumplen 52 años de aquel golpe de Estado, los panameños estamos obligados a reflexionar y actuar sobre el país que queremos, porque el caldo de cultivo es perfecto para que se geste otro golpe de Estado, ya sea interno, externo o hasta desde la estructura civil y el resultado sería para peor. ¡Así de simple!

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